El gobierno noruego designó este viernes a un nuevo jefe de la policía que se encargará de reformar las fuerzas de seguridad, cuyo trabajo quedó en entredicho a raíz de los ataques perpetrados el pasado año por Anders Behring Breivik.

El jefe de la dirección de la policía, Oeystein Maeland, anunció su dimisión el jueves por la noche, tres días después de la publicación de un informe que concluyó que el extremista de derecha habría podido ser detenido el 22 de julio de 2011 antes de que perpetrara la matanza en la que perdieron la vida 77 personas en dos atentados.

Actualmente al frente de la brigada financiera, Odd Reidar Humlegaard asume sus nuevas funciones el lunes, indicó la ministra de Justicia, Grete Faremo, en una conferencia de prensa.

“Se van a realizar grandes cambios, entre otras cosas, para tener en cuenta el informe de la comisión del 22 de julio”, prometió.

Creada para depurar responsabilidades por los ataques de Breivik, esta comisión independiente publicó el lunes un informe muy crítico con la policía, cuya respuesta fue muy lenta y desorganizada, y con el poder político.

Destaca varios disfuncionamientos, entre otros, la tardanza en identificar al asesino y su vehículo, problemas de comunicación, incumplimiento de los protocolos o unos medios inadecuados.

Maeland, que había asumido sus funciones 14 días antes de los ataques, justificó su dimisión ante la falta de confianza de la ministra de la que depende.

Los servicios que dirige también han sido objeto de críticas de los medios de comunicación por la falta de transparencia sobre los errores cometidos el día del drama en sus propios informes.

El 22 de julio de 2011, el ultraderechista Breivik hizo estallar una poderosa bomba a las puertas del edificio gubernamental en Oslo donde tiene sus oficinas el primer ministro, provocando la muerte de ocho personas.

Posteriormente, vestido de policía, disparó a mansalva durante más de una hora contra una multitud de la Juventud Socialdemócrata reunida en un campamento de verano en la isla de Utoya, frente a Oslo, dejando un saldo de 69 muertos, casi todos adolescentes.

Juzgado por “actos de terrorismo”, el extremista de 33 años espera el veredicto el 24 de agosto y dependerá fundamentalmente de si el tribunal le considera un perturbado mental.