El Abierto de Tenis de los Estados Unidos, que dará comienzo el próximo 27 de agosto en Nueva York no contará entre los actores para la disputa del título de campeón con un referente como Rafael Nadal, último finalista (cayó ante Novak Djokovic en el match decisivo).

La tendinitis en su castigada rodilla izquierda ya no es una lesión subsanable en corto tiempo, se ha vuelto una molestia crónica, a punto tal que su staff, liderado por su tío Toni Nadal consultó con un conocido traumatólogo español acerca de la posibilidad de una operación que alivie la carga en la deteriorada rótula. Ésta quedó desechada pero al mismo tiempo indica que el periodo de recuperación será más largo, con un signo de interrogación por delante.

Nadal ha recurrido a todo tipo de terapia para aliviar el dolor que no permite el retorno rápido a las canchas, las que dejó en Wimbledon durante el Abierto de Inglaterra en la segunda ronda tras caer ante Lukas Sockol. Bicicleta, piscina, masoterapia, trabajos kinésicos sobre la zona afectada y otras indicaciones médicas no han ayudado para devolver al tenista de Palma de Mallorca a los courts.

Tras caer en Inglaterra, Nadal se tomó unos días de vacaciones y optó por esperar antes de tomar la determinación acerca de volver a Londres, pero como abanderado de la delegación española a los Juegos Olímpicos. No pudo ser: pocos días antes del inicio de las competencias, Nadal anunció que desertaba, que no participaría. La bandera española la llevó el basquetbolista Paul Gasol, la frustración se quedó en Palma de Mallorca con el Rafa, quien se recluyó en su ciudad.

Tras el adiós a los Juegos, llegaron otras deserciones: los obligados (para los primeros 50 tenistas del mundo) de los Masters 1000 de Canadá, y Cincinnati, en Estados Unidos.

Y ahora, a poco más de una semana del inicio, el adiós al US Open, torneo que Nadal deseaba jugar sí o sí por cuanto deseaba estar cerca en la disputa por el número 1 del mundo de Roger Federer (actual monarca en el ránking de ATP) y de Novak Djokovic (2 del mundo) y obviamente defender los 1700 puntos que obtuvo por jugar la final en 2011.

Nadal ya está pagando el precio de tanto esfuerzo, de tanto castigo a sus articulaciones, de tanto frenar y volver al lugar de dónde se había partido rápidamente, de defender, de hacer puntos largos por falta de un tenis ofensivo. Es cierto, todo lo que ha hecho en las canchas, los 11 títulos del Gran Slam obtenidos hasta ahora podrían decir que lo que aplicó en distintas superficies (Nadal vale recordar ganó torneos en arcilla, cemento y césped) le dieron un gran resultado. Los números podrían otorgarle la razón a los que se adhieren simplemente a los números.

Pero ha pagado un alto precio. Tan alto que más allá de los puntos y posición que cederá en el ránking, las dudas acerca de un retorno al ciento por ciento a la actividad oficial hoy por hoy son tan grandes como la distancia que existe entre Palma de Mallorca y Nueva York.