Durante una conferencia de prensa, el canciller ecuatoriano Ricardo Patiño anunció este jueves que su país finalmente le concedió el asilo político al fundador de Wikileaks, el australiano Julian Assange.

Lo anterior a pesar de las amenazas del gobierno británico, quienes mediante un documento oficial afirmaron que una ley de 1987 le permitiría revocar la inmunidad de una embajada “para actuar y detener a Assange en el recinto diplomático”, y además indicaron que no le concederán un salvoconducto al australiano, lo que significa que no puede salir de la embajada ecuatoriana, a menos que se en un vehículo oficial con bandera del país sudamericano.

Si bien los ingleses señalaron que mantenían su “compromiso” con una solución que conduzca a la “entrega voluntaria” del australiano, de 41 años, Ecuador respondió indicando que las declaraciones inglesas son una amenaza “inadmisible” contra su sede diplomática, cuya ejecución supondría una violación de la Convención de Viena, lo que fue secundado por el mandatario Rafael Correa, quien mediante su cuenta de Twitter afirmó que “nadie los va a atemorizar a la hora de tomar la decisión sobre el asilo”.

Mientras tanto el Canciller de Ecuador dijo tener “la certeza de que el Gobierno Británico sabrá valorar la justicia y rectitud de la posición ecuatoriana”, confiando en que “el Reino Unido ofrecerá lo antes posible las garantías o el salvoconducto necesarios y pertinentes a la situación del asilado”, agregando que también confían “en mantener inalterables los excelentes lazos de amistad y respeto mutuo” entre los dos países.

Recordemos que Assange, de 41 años, se refugió en la embajada ecuatoriana en Londres el pasado 19 de junio, tras haber agotado todos los recursos legales para evitar ser extraditado a Suecia por supuestos delitos de agresión sexual que él niega haber cometido.

El fundador de Wikileaks teme que Suecia no sea más que una etapa antes de un traslado a Estados Unidos para responder por eventuales acusaciones de espionaje por la revelación en su portal de cientos de miles de cables diplomáticos y de documentos de Washington sobre las guerras de Irak y Afganistán.