La alta proporción de atletas olímpicos británicos educados en escuelas privadas en disciplinas donde brilla el Reino Unido, como el remo, la vela o la equitación, ha abierto un encendido debate sobre la brecha entre clases sociales en el país anfitrión de los Juegos.

De todos los deportistas del “Team GB” -que incluye hasta a una nieta de la reina Isabel, Zara Phillips- alrededor de 20% estudiaron en el elitista sistema paralelo de educación privada, sumamente caros, al que sólo tiene acceso un 7% de la población.

“Hay mucho talento entre el 93% restante que debería ser reconocido y desarrollado”, se lamente el presidente del Comité Olímpico Británico, Colin Moynihan.

Moynihan pide una reforma total del deporte escolar, al estimar “inaceptable” que tantos atletas de alto nivel salgan de las famosas “public schools”, que a pesar de su nombre son los centros privados.

Alan Bairner, especialista en Deporte y Sociología en la Universidad de Loughborough, explica este alto porcentaje de alumnos de la privada entre los deportistas de alto nivel por una combinación de factores.

“Hay en las escuelas privadas, equipos excepcionales y entrenadores especializados”, subraya. En la escuela pública, el deporte, dispensado a menudo por profesores voluntarios además de su trabajo, está en declive desde hace 30 o 40 años, según él.

Varios colegios privados tienen además fama por su capacidad de formar atletas olímpicos, como Millfield School, en el suroeste de Inglaterra, entre cuyos ex alumnos figura también el primer ministro David Cameron.

Con 130 entrenadores, piscina olímpica y múltiples canchas deportivas utilizadas regularmente por equipos internacionales, “produjo” a cinco de los deportistas que participan en estos Juegos de Londres. Tres de ellos -incluido un aristócrata- vienen del exclusivo Eton, que alberga las pruebas de remo.

La todavía mayor proporción de alumnos del sistema privado en disciplinas “elitistas” como el remo, la vela y la equitación no se explica sólo por el acceso a los equipamientos, pero también por la percepción que se tiene de estos deportes en los medios menos favorecidos.

“Cuando uno vive en Birmingham (antiguo bastión industrial del país) hay menos posibilidades de vivir cerca de un club de vela”, señala. “Pero está también el hecho de que incluso si un deporte es totalmente accesible, algunos se van a autoexcluir diciendo ‘esto no es para mí’”.

Simon Dickie, responsable de los juniors en la Federación Británica de Remo, reconoce que la disciplina padece su el haber sido asociado desde hace mucho tiempo a los colegios privados y a las universidades más prestigiosas, una percepción reforzada por la regata anual entre Oxford y Cambridge.

“El remo tiene una imagen ‘snob’ que nunca logramos hacer desaparecer del todo”, dice. Pero trabaja duro para diversificar el reclutamiento, con operaciones de promoción y de búsqueda de talentos en las escuelas. Unas 2.000 de ellas en todo el país han sido equipadas con máquinas de remo.

“En Atlanta (1996) y Sídney (2000), la gran mayoría de nuestros atletas habían comenzado el remo en una escuela privada, pero en los Juegos de Londres más de la mitad de los remeros han estudiado en la escuela pública”, agregó.

Algunas estrellas de los Juegos tienen orígenes modestos, como la heptatleta Jessica Ennis, cuyos padres son respectivamente pintor de brocha gorda y asistente social. El fondista Mo Farah también estudió en un colegio público, tras la llegada de su familia de Somalia con sólo ocho años de edad.

El equipo de atletismo británico es socialmente uno de los más mezclados. “Adquirir las bases en carrera, salto, etc. no requiere equipos costosos, contrariamente a la vela por ejemplo”, señaló Alan Bairner.

La brecha social en el deporte hace que el Reino Unido pierda futuros campeones, agregó. “En el tenis, por ejemplo, un deporte que sigue siendo bastante elitista, y muy ‘blanco’, hay una cantera por explotar”, subrayó.