El periodista hondureño José Chinchilla, corresponsal de una radioemisora en el norte de Honduras, aseguró este lunes que pedirá asilo a Estados Unidos tras ser víctimas él y su familia de ataques y amenazas de desconocidos.

“Voy a ir a Tegucigalpa a la embajada de Estados Unidos a pedir asilo político para mí, para mi esposa y mis cuatro hijos”, afirmó el comunicador a la AFP por teléfono desde la ciudad de El Progreso, 220 km al norte de la capital.

El corresponsal de Radio Cadena Voces relató que la noche del viernes desconocidos que viajaban en una motocicleta hirieron a uno de sus hijos cuando dispararon diez veces contra su casa.

“Dos tipos pasaron en una moto y comenzaron a disparar, hirieron en la espalda a mi hijo, José Alberto, de 24 años, que estaba frente a la casa. Gracias a Dios está fuera de la peligro”, relató.

Chinchilla reconoció que desconoce quién puede estar detrás de este ataque, el segundo del que es víctima. El 24 de diciembre de 2009 resultó ileso después de que desconocidos que viajaban en un vehículo le dispararan.

“He estado sacando noticias sobre la delincuencia y de los desalojos de campesinos. No sé de dónde” pueden proceder los ataques, admitió el periodista al señalar que éstos podrían tener relación con su profesión.

En un comunicado, la organización Reporteros Sin Fronteras advirtió que “la pista profesional no debe descartarse”, pero “desgraciadamente la impunidad permanece en todos los casos que enlutan al gremio”.

Un total de 21 periodistas –29 si se incluye trabajadores de medios de comunicación que no son periodistas–, han sido asesinados en Honduras desde 2010 y la gran mayoría de los casos está en la impunidad, lo que ha hecho más vulnerables a los comunicadores.

El último caso ocurrió el pasado 13 de julio cuando Adonis Felipe Bueso, de 24 años y que trabajaba en los noticieros de Radio Stereo Naranja (una emisora cristiana), fue acribillado junto a dos primos en la ciudad de Villanueva, departamento de Cortés, 200 km al norte de la capital.

Las autoridades policiales no relacionan los crímenes con el ejercicio del periodismo de las víctimas, sino que la atribuyen a la ola de violencia que afecta al país, que tiene la tasa de homicidios más alta del mundo, 82 por cada 100.000 habitantes en 2010, según un informe de Naciones Unidas.