Un nuevo estudio desarrollado por académicos de la Universidad de Duke, alerta sobre la permanencia de un gran número de ballenas jorobadas en la Antártica para continuar alimentándose de krill, después de sus habituales migraciones anuales a los lugares de reproducción, todo producto del cambio climático.

El estudio publicado por la revista Endangered Species Research, señala que las ballenas se están resistiendo a abandonar la Antártica, a partir de que el invierno comenzó a retrasarse por el aumento de las temperaturas provocado por el cambio climático.

Según comentó David W. Johnston, investigador de la Facultad de Medio Ambiente de la Universidad de Duke, y autor del artículo, tras un recuento realizado en otoño de 2009, se consignó la existencia de un mayor número de ballenas que lo esperado, observándose las poblaciones más abundantes.

“Si tuviera que caminar hasta el puente de un barco y mirar alrededor, podría detectar al menos dos ballenas en unos 500 metros. Eso es mucho más de lo que nadie esperaba”, dijo Johnston a Prensa Antártica.

El estudio pone de relieve los cambios que están ocurriendo en la región, en respuesta al alcance reducido de la cobertura de hielo anual en invierno, asociados con el rápido cambio climático.

“El establecimiento de la densidad de ballenas jorobadas en otoño en las regiones costeras de la Península Antártica Occidental, es crucial para entender el papel que desempeñan en este ecosistema que cambia rápidamente”, explicó Ari S. Friedlaende, investigador y parte del equipo de estudio.

“Nuestros estudios ofrecen una nueva perspectiva sobre la magnitud de las relaciones depredador-presa en la región en el invierno antártico”.

Los científicos han sabido por mucho tiempo que las aguas que rodean la Península Antártica Occidental son importantes zonas de alimentación de las ballenas jorobadas que se alimentan de los enjambres de krill, pero anteriormente lo hacían a principios de temporada o en aguas más abiertas, lejos de la tierra.