El verano caliente en los mercados agrícolas cuestiona la eficacia de las herramientas del G20, que había convertido la lucha contra la volatilidad de los precios de las materias primas en su caballo de batalla en 2011.

Las veinte economías más poderosas del planeta establecieron instancias de información y concertación para dar una respuesta coordinada en caso de que la situación de los mercados se saliera de control.

El objetivo es evitar que los Estados tomen decisiones unilaterales que puedan contribuir a acelerar la subida de los precios, como ya ocurrió en 2010, cuando Rusia interrumpió sus exportaciones de cereales por la sequía.

La tensión actual en los mercados se explica esencialmente por las graves sequías que afectan simultáneamente a Estados Unidos y Rusia. Hacen temer por las cosechas y por ende, inciden en los precios, con repercusiones en la alimentación animal y en la cría.

A nivel político, “hasta ahora, ningún país ha introducido restricciones a la exportación”, por lo que “si no nos sentamos todos y rezamos para que llueva, no hay gran cosa que podamos hacer” por el momento, reconoce Abdolreza Abbassian, secretario de AMIS, el sistema de información sobre los mercados agrícolas establecido por el G20 sobre agricultura de 2011.

El “AMIS no puede reducir los precios” o luchar directamente contra la especulación, explica Abbassian. Pero puede “ayudar a estabilizar los precios, minimizando las sorpresas” mejorando por ejemplo la transparencia de los mercados.

Sin embargo, si el trigo y el arroz -dos alimentos esenciales para la seguridad alimentaria humana- cayeran en la espiral, sería “muy importante” que las instancias se reunieran, subrayó Abbassian, también economista en la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Francia, que recurrió el sábado a la secretaría del AMIS debido a la tensión creciente sobre los precios de los cereales, previno que reunirá al “Foro de reacción rápida” si la situación empeora. Este foro es una instancia de concertación, nacida en el G20 de 2011, que Francia preside hasta el otoño.

Pero no se prevé ninguna decisión sobre una eventual reunión antes de “finales de agosto, principios de septiembre”, a la espera de más información sobre los cultivos, indica una fuente del ministerio de la Agricultura. Un calendario confirmado por Abbassian.

Por el momento, las instancias del G20 no parecen “haber dado demasiados resultados”, considera Bernard Valluis, miembro de un grupo consultivo sobre los mercados de materias primas ante la Autoridad de Regulación Financiera Europea (ESMA).

Además, “en espera de la ejecución de las grandes reformas (sobre los mercados financieros) existe la posibilidad de una intervención eventual, pero no lo hemos hecho”, lamenta en una entrevista con la AFP.

“El sistema de alerta a nivel mundial muestra sus límites”, afirma de su parte Philippe Chalmin, consultor y profesor de la Universidad Paris-Dauphine. La razón es simple: “no se pueden prever los problemas de la meteorología”, agrega.

“Necesitamos restringir el consumo”, dice por su parte Benoît Labouille, director general de la sociedad Oferta y Demanda Agrícola (ODA). Por ejemplo, con una reducción momentánea de la utilización estadounidense de cereales para los biocarburos.

Según las informaciones contenidas en un análisis de la agencia de corretaje Allendale, “varios gobernadores estadounidenses deberían firmar y entregar una petición esta semana a la EPA (Environmental Protection Agency, la agencia estadounidense de protección del medio ambiente) para suprimir” las cuotas que exigen que se incluya cierta cantidad de etanol en la gasolina.

Una idea que podría ser evocada por el Foro de Reacción Rápida si llegara a reunirse, dijo Abbassian.