La violencia y la represión contra la revuelta en Siria no conocían descanso este jueves, con un nuevo atentado en Damasco, a dos días de una reunión internacional sobre el conflicto que se anuncia difícil por el persistente rechazo ruso a una solución exterior.

Un atentado con bomba perpetrado en el estacionamiento del Palacio de Justicia, en el centro de Damasco, provocó este jueves tres heridos, anunciaron los medios estatales que lo atribuyeron a “terroristas”.

La víspera, un ataque contra la cadena oficial Al Ijbariya cerca de Damasco mató a siete personas.

Según una fuente policial, estallaron dos bombas adosadas a dos vehículos de magistrados aparcados en el estacionamiento. Tras este nuevo atentado, Estados Unidos consideró que el presidente sirio Bashar al Asad es el principal responsable de la violencia.

En el resto del país, los bombardeos de las tropas del régimen contra los bastiones rebeldes y los intensos combates entre soldados e insurgentes dejaron este jueves al menos 91 muertos, entre ellos 59 civiles, según una ONG siria.

Los bombardeos se concentran contra las plazas fuertes rebeldes de Homs (centro), Deir Ezor (este), Duma, cerca de Damasco, e Idlib (noroeste), defendidas encarnizadamente por los insurgentes en medio de una situación humanitaria dramática, según los militantes.

Más de 15.800 personas, en mayoría civiles, han muerto en 15 meses. Mientras tanto, Turquía movilizó un convoy de vehículos militares y una batería de misiles tierra-aire en la frontera siria, después de que uno de sus aviones de combate fuera derribado por Siria el 22 de junio, según la prensa turca.

El Consejo turco de Seguridad Nacional advirtió este jueves tras una reunión que tomará medidas “con determinación, reservándose todos sus derechos derivados de la ley internacional ante este acto hostil”.

Por otro lado, las agencias humanitarias de la ONU y las ONG asociadas lanzaron un nuevo llamamiento para aumentar los fondos destinados a la ayuda para los refugiados sirios en Líbano, Turquía, Jordania e Irak. Estos se estiman en unos 190 millones de dólares.

Desde marzo, 500 nuevos refugiados son registrados cada día, lo que eleva actualmente el número de personas atendidas a 96.000, según el Alto Comisionado para los Refugiados.

Al Asad, cuya familia dirige Siria con mano férrea desde hace cuatro décadas, reiteró el martes su determinación de ganar “la guerra” en su país.
Alegando contar con el apoyo de una parte de la población, el régimen de Asad no reconoce la contestación y afirma combatir “grupos terroristas” a sueldo del extranjero.

En este sombrío contexto se desarrollará este sábado en Ginebra una reunión del “grupo de contacto” sobre Siria, por iniciativa del emisario internacional Kofi Annan, en presencia de los jefes de la diplomacia de las grandes potencias (Rusia, China, Estados Unidos, Reino Unido, Francia) y de tres Estados árabes, así como de los secretarios generales de la ONU y de la Liga árabe.

El viernes tendrá lugar en Ginebra una reunión preparatoria a nivel de altos funcionarios.

En un documento preparado para la reunión, y al que la AFP tuvo acceso, Annan preconiza una serie de etapas “claras e irreversibles” hacia una transición democrática en Siria, entre ellas “un gobierno provisional de unión nacional”.