El gobierno boliviano no pudo el domingo desactivar un motín policial por reclamos salariales que cumplió su cuarto día, a pesar de la firma de un acuerdo entre las autoridades y líderes sindicales, mientras el presidente Evo Morales dijo que se busca un golpe.

En la madrugada el ministro del Interior, Carlos Romero, y los dirigentes de los dos sindicatos de suboficiales y de esposas firmaron un acuerdo salarial, pero a las pocas horas el entendimiento fue rechazado por los agentes de base.

“Rechazamos el acuerdo y seguimos en motín”, que comenzó el jueves, afirmó un policía no identificado durante la reunión pública en UTOP, lo que fue apoyado por sus compañeros, constató un periodista de la AFP.

En el acuerdo el gobierno aprobó un bono de 220 bolivianos (32 dólares) para los uniformados y la creación de la Defensoría del Policía, entre otros puntos.

Sin embargo, los policías de base lo rechazaron porque no recogía su principal demanda: salario mínimo de 2.000 bolivianos (287 dólares) y aseguraron que el motín continuará.

Los policías de base han desconocido a sus dirigentes y -al momento- son un movimiento sin líderes, aunque esperan conformar un comité de emergencia para volver a negociar con el gobierno.

Con la persistente rebelión de sargentos y cabos, el presidente Morales dijo en un acto público en una mina al sur de La Paz que algunos sectores de la derecha opositora está usando a los uniformados para preparar un “golpe de Estado”.

“Esa gente que privatizó (empresas en el pasado) usan a algunos hermanos policías para preparar un golpe de Estado, para hacer matar al ministro de Gobierno (Interior, Carlos Romero) y para enfrentar a las Fuerzas Armadas con bombas molotov”, afirmó Morales en un acto público.

Tras la afirmación presidencial, que fue una reiteración de lo revelado el sábado por su ministra de Comunicación, Amanda Dávila, los medios del estado, Canal 7 y radio Patria Nueva, organizaron una cadena radial para dar micrófono a sindicatos campesinos y sociales afines.

Decenas de dirigentes desfilaron por horas para condenar la existencia de supuestos afanes golpistas y anunciaron movilizarse estos días para apoyar al presidente, un indígena de tendencia izquierdista.

“Se está organizando una marcha, esperamos que todo el pueblo boliviano esté de pie para defender este proceso de cambio a la cabeza del presidente Evo Morales”, aseguró Julia Ramos, líder del poderoso sindicato de mujeres campesinas de Bolivia, aliada de Morales.

A raíz del machacón discurso oficial de golpe, el excandidato presidencial de centroderecha y rico empresario, Samuel Doria Medina, dijo a través de su cuenta de Twitter que “nadie quiere derrocar al presidente Morales, no hay golpe, lo que hay es hambre: de comida, de derechos, de tener lo mínimo para vivir bien”.

Entre tanto, el jefe nacional de la Policía, coronel Víctor Maldonado, dijo que tras el acuerdo firmado, “las unidades policiales están volviendo a la normalidad”.

Sin embargo, la rebelión sigue en La Paz, constató la AFP, mientras las radios privadas Erbol y Fides dijeron que persiste el motín en cuarteles de las ciudades de El Alto (oeste), Cochabamba (centro), Potosí (suroeste), Tarija (sur), Trinidad (noreste), Santa Cruz (este) y Sucre (sureste).

Los sublevados han dejado varias ciudades del país sin vigilancia y se replegaron de algunos bancos privados hacia sus guarniciones.

El persistente motín policial y el anuncio de movilización de indígenas y sindicatos progobiernistas se producen en Bolivia, mientras una marcha de nativos amazónicos está a 30 km de La Paz y espera llegar el martes a la sede de Gobierno, en rechazo a una carretera por una reserva ecológica.