La defensa de Anders Behring Breivik, el extremista noruego que mató a 77 personas movido por su odio al islam y al multiculturalismo, rechazó el viernes que el acusado fuera un desequilibrado mental, por lo que pidió sea absuelto o condenado a prisión, pero no enviado al manicomio.

En el último día del juicio, exactamente 11 meses después de la matanza cometida el 22 de julio de 2011, el principal abogado de Breivik, Geir Lippestad, pidió al tribunal que rechazara la petición del fiscal de internarlo en un centro psiquiátrico.

Además, solicitó que su cliente sea castigado con la pena “más clemente posible”, es decir con la “absolución”, aclaró posteriormente.

Esa demanda de “absolución” del extremista de derecha es una mera formalidad irrealizable, pero que no se puede eludir ya que el acusado se declaró no culpable, pese a haber confesado ser el autor de la matanza para librar a Noruega de la “invasión musulmana”.

Este momento de su alegato provocó un episodio desconcertante. El abogado requirió la pena “más clemente posible” pero aparentemente olvidó pedir formalmente la absolución, generando una fuerte reacción de Breivik.

Así, solamente tras una pregunta de la juez Wenche Elizabeth Arntzen, el letrado confirmó la demanda de “absolución”.

Como se esperaba, el abogado Lippestad dedicó lo esencial de su alegato intentado demostrar que Brievik, de 33 años, está suficientemente sano como para ser considerado penalmente responsable de esos ataques.

El 22 de julio de 2011, Breivik causó la muerte de 77 personas cuando hizo estallar una bomba cerca de la sede del gobierno en Oslo, dejando ocho víctimas mortales, y luego disparó contra los jóvenes que participaban en un campamento en la isla de Utoeya, dejando otros 69 muertos.

El extremista consideró estas matanzas “atroces pero necesarias” para proteger a Noruega del multiculturalismo y la “invasión musulmana”. Por ello, aunque reconoció los hechos, rehusó declararse culpable.

Pero lo que más desea Breivik es ser declarado penalmente responsable, para que su ideología no se vea invalidada por una patología mental. En un primer examen fue declarado psicótico, pero un segundo informe lo consideró penalmente responsable.

Este viernes, al cabo de seis semanas de juicio, la defensa intentó por ello desmontar punto por punto esa primera evaluación psicológica que había llegado a la conclusión de que el acusado sufría una “esquizofrenia paranoide”.

En sustancia, Lippestad subrayó que los puntos de vista extremistas de su cliente no eran las “ideas delirantes” sintomáticas de una enfermedad –como lo consideraba el primer informe– sino la expresión de una ideología compartida por otros.

Según el abogado, Breivik desencadenó en Utoeya “un infierno de violencia” no por placer, como lo pretendieron algunos psiquiatras, sino por convicción ideológica.

La víspera, la fiscalía había requerido el internamiento psiquiátrico de Brievik, al estimar que existían suficientes dudas sobre su salud mental.

Si es reconocido penalmente irresponsable, Brievik corre el riesgo de ser internado en un centro psiquiátrico, posiblemente por el resto de sus días.

En cambio si es declarado responsable, es pasible de 21 años de cárcel, una pena que puede ampliarse mientras sea considerado peligroso.

El acusado prevé efectuar en la tarde del viernes una declaración final. Luego, su destino estará en manos de los jueces, que decidirán entre el manicomio o la prisión en su veredicto, que se espera sea pronunciado el 20 de julio o el 24 de agosto.