Roland Garrós ya fue. Disfrutó a la campeona que todos quieren ver, María Sharapova, y al campeón que, desde el primer día, “pagaba dos pesos…” como si de una apuesta de carrera de caballos se tratara. Así fue la superioridad de Rafael Nadal por encima de todos sus rivales y también de los que no lo fueron en los 7 partidos que disputó. No se vislumbraba por su lado del cuadro (abajo) ni por el que lideraba Novak Djokiovic (número 1 del mundo) quien pudiera entorpecer su marcha hacia el séptimo título sobre la arcilla de París. Rafael Nadal apenas cedió un set (el tercero) en su match frente al propio serbio, es decir al final del certamen.

En los otros 6 encuentros Nicolás Almagro, su compatriota en partido de 4tos de final, logró llevarlo a un tie break en el primer parcial que, obviamente, perdió. Nadal es tan superior a sus contrincantes en un 99% (dejamos de lado al actual número 1 del mundo) de un cuadro del Abierto de Francia como lo demuestran dos cosas: cedió un servicio en el primer partido ante el italiano Simone Bolelli y ante Djokovic en el partido decisivo (le quebró varias veces).

En el medio jugó otros 5 encuentros sin saber lo que era sentir que le quebraban el saque. Dos cosas, decimos. Así es: la segunda tiene que ver con las declaraciones de Gustavo Kuerten, el 3 veces campeón del torneo francés: “ jugando así, con la edad que tiene y el físico que tiene, Rafa puede ganar 8, 10 o 12 veces en total este torneo…”.

¿Exageración? No tanto: Nadal tiene 26 años (los cumplió el 3 de junio en pleno certamen) y ya con un Roger Federer que comienza lentamente su declinación, aunque en Wimbledon podría tener una última chance de ganar un torneo grande, todo parece reducirse a una lucha entre Novak Djokovic y el español por los mejores títulos, tanto en los certámenes del Gran Slam como en los Master 1000 que se avecinan.

Es que a partir de esta misma semana, ya con los campeonatos de Halle y Quenn´s sobre césped y previos al Abierto de Inglaterra que comenzará en Wimbledon el 25 de junio, la segunda parte del año presenta su alta temporada de canchas rápidas la que incluso, llega ya hasta el fin de la misma con el Master de Caballeros en Londres.

Y esta temporada incluye como excepción a los propios Juegos Olímpicos Londres que utilizará la infraestructura de Wimbledon. Es decir, se agrega otro certamen sobre canchas de césped, y por la medalla dorada a la que aspiran no sólo Roger Federer como lo ha manifestado reiteradamente el gran campeón suizo, sino también el serbio Novak Djokovic y también el campeón vigente, Rafael Nadal, quien venciera en la final de Beijing 2008 a Fernando González.

¿Por qué tanto cariño últimamente de jugadores de alta gama acerca de la disputa de los Juegos Olímpicos? Porque a partir de la inserción del tenis como deporte con acceso a medalla y la difusión a través de todo los medios de comunicación de los mismos, los auspiciadores de los grandes jugadores colocan un punto en el contrato que los obliga a presentarse. Y la ATP no se quedó atrás: desde Atenas 2004, la cita olímpica entrega puntos para el ránking como si fuera un certamen ATP 500.

Dicho esto conviene ubicar la mira ahora en el serbio Novak Djokovic. Estuvo en la lucha por el título ante Nadal en París, pero nunca cerca. Quizás si cuando se colocó 2-1 arriba en el cuarto set y con servicio el partido hubiera continuado, a Nole le hubiera crecido la oportunidad. Pero se suspendió el encuentro como se sabe y al día siguiente fue otro partido.

Pero Djokovic cumplió porque como número 1 del mundo y primer sembrado llegó a la final, una instancia superior a la del año pasado cuando fue eliminado por Federer en semifinales. Mantuvo sus puntos, demostró que está intacto aunque no tan brillante como en 2011, ha defendido Australia 2012, ha hecho final de Roland Garrós y ahora se lanza como el favorito máximo para Wimbledon, aunque sabe que luchará otra vez con Nadal (cancha con césped más alto y pelotas más gruesas y lentas, ideal para el juego del español) y las ganas de Federer de ganar otra vez el certamen inglés, su terreno predilecto, para ir despidiéndose a lo grande de un juego que lo ha tenido como máximo referente por al menos 5 años.

Djokovic es el defensor del Abierto de Inglaterra y del US Open, en el medio están los Master 1000 de Canadá y Cincinnatti (USA) y después del Abierto de Estados Unidos los torneos Master 1000 de París y Shanghai, ambos bajo techo, para desembocar en el Master de Caballeros de Londres.

El serbio está entero, llega su mejor momento, sigue como número 1 del mundo y sabe que por ahora sólo confronta con Nadal. El tenis se ha encerrado en lo que realicen ambos jugadores.

Los demás (salvo Federer) están un poco más retrasados. No explota Murray, no concreta Berdych y tampoco los franceses. Del Potro no se consolida físicamente como lo hiciera en el 2009 su gran año. Precisamente el argentino, si cura todas sus nanas, puede empinarse como un rival de peligro para Nole-Rafa, ya que lleva una ventaja sobre el resto de los perseguidores: fue campeón de un torneo grande, el US Open 2009 y sobre la superficie que liderará esta última parte del año.

Terminó la arcilla, se ofrece césped y cemento. Habrá que ver quien construye mejor tenis en los grandes certámenes. Los que no contarán por un tiempo largo con tenistas chilenos como animadores. Se fueron González, Massú y los demás están muy lejos de igualar sus inolvidables trayectorias. Por ahora, al tenis grande habrá que verlo por TV.