“¡Gracias, gracias Pinochet, fue un gran presidente usted!”, canta con vehemencia una mujer al son de la conocida canción alemana Lili Marleen… Los últimos pinochetistas defienden con pasión la figura del ex dictador chileno, nostálgicos de una obra que creen no ha sido reconocida.

María González reescribió la letra de la famosa melodía usada como arenga nazi en la II Guerra Mundial, para homenajear al ex dictador con versos en los que agradece por “un gran gobierno que supo dar seguridad y tranquilidad” y “salvar a la patria del yugo marxista”.

A casi 40 años del golpe de Estado de Augusto Pinochet, canta junto a otros partidarios. Son los últimos pinochetistas, casi completamente ausentes de la escena política, sin representación parlamentaria ni portavoces, pero que aún suspiran con nostalgia al evocar aquellos tiempos, entre 1973 y 1990, cuando en Chile mandaba el gobierno de facto.

Lejos de aquel 44% de los votos que Pinochet obtuvo en el plebiscito que en 1988 selló el destino de su dictadura, este grupo que se reúne cada semana para analizar la actualidad y recordar al general cree que el pinochetismo está más vivo que nunca y que son más de lo que se piensa.

Tratan de “malagradecidos” a los políticos de derecha, sustento ideológico de la dictadura, y que ahora le dieron la espalda, incluyendo a la Unión Demócrata Independiente (UDI), partido en el gobierno y que reúne a varios ex miembros del régimen militar.

Exigen, además, liberar a los casi 70 militares apresados por violaciones a los derechos humanos en la dictadura.

Ser pinochetista de hoy

“Ser pinochetistas hoy es tener lealtad a los militares, que nos salvaron la vida (…) Estamos agradecidos de las Fuerzas Armadas y de Pinochet porque él nos salvó la vida y la economía del país”, dice María González a la AFP.

A su lado, un chico de 20 años habla con igual vehemencia. “Yo no viví nada de eso, pero uno ve que Pinochet le cambió la cara al país”, señala Roberto Figueroa en la sede de la Corporación 11 de Septiembre, creada por ex militares y fervientes partidarios del ex dictador.

En un pequeño y lúgubre salón de un antiguo palacio de Santiago se juntan semanalmente para evocar al ex dictador, muerto en 2006, a los 91 años.

Esta vez no hay más de 20 personas, la mayoría mujeres mayores que parecen encontrar aquí un espacio de distensión y contención emocional.

Con fotografías desteñidas de Pinochet y una bandera chilena como fondo, se atropellan para exaltar su figura, cantan y elevan gritos en su honor como si estuvieran en un estadio.

“Él nos salvó de una segunda Cuba y además puso el orden, respeto y trabajo para la gente”, dice Mónica Herrera, una de las menores del grupo, y que se refiere a Pinochet como “mi tata”.

“Todo lo que hoy tratan de hacer es tapar y ojalá que en ninguna parte salga el nombre de Pinochet, porque para ellos es una sombra de las cosas buenas que se hicieron en el país”, se queja por el escaso apoyo de los políticos.

“Deberían estar agradecidos, pero no lo hacen”, reclama también Juan González, un militar en retiro que preside la Corporación 11 de Septiembre, que rinde honor al día de 1973 en el que fue derrocado el gobierno del socialista Salvador Allende.

“Estamos empecinados en que se reivindique lo que fue el gobierno de las Fuerzas Armadas y la memoria del general Pinochet”, agrega este ex militar, pese a que su propia hermana fue encarcelada, torturada y violada bajo la dictadura, según denunció ella misma a medios locales.

En ese intento se enmarca la exhibición este domingo del documental “Pinochet”, en un acto público cuyo anuncio provocó un debate sobre si Chile puede o no homenajear su figura y que fue considerado como una apología a la violencia por agrupaciones de derechos humanos.

Pinochet y los derechos humanos

Las violaciones a los derechos son sin duda el lado más oscuro de la dictadura de Pinochet, que dejó más de 3.000 muertos y desaparecidos, unos 40.000 chilenos torturados y 100.000 enviados al exilio, según cifras oficiales.

“Yo preguntaría dónde estaban los derechos humanos en el gobierno de Allende, se violaron de forma violenta (…) estas Fuerzas Armadas derrotaron a los que pusieron bombas”, dice Juan González.

“Es cierto que hay gente caída de ambos lados, pero también hay caídos del lado nuestro, pero nunca cuentan los muertos nuestros”, se queja María González.

Esta visión congrega a “un grupo mucho más reducido, pero más militante y ruidoso”, explica a la AFP el politólogo Patricio Navia, de la Universidad Diego Portales, adviertiendo que hay “distintas intensidades de pinochetistas”.

“Los full-pinochetistas valoran el modelo autoritario, de democracia protegida, donde los militares ejercían la supervisión de la democracia y no había mucho espacio para las expresiones democráticas libres”, explica.

Pero también hay otros, más ocultos, que “valoran el modelo de economía neoliberal que se impuso en dictadura”.

En ese grupo, “está la gran mayoría de los empresarios, muchos tecnócratas de derecha y la gran mayoría de los políticos de derecha. Es mucho más numeroso e influyente, pero jamás irían a un acto público” como el de este domingo, concluye.