Los observadores de la ONU que consiguieron acceder al lugar de la masacre de Al Kubeir (centro de Siria) vieron restos de sangre en muros y sintieron un “fuerte olor a carne quemada”, aunque no pudieron establecer un número de fallecidos en la masacre, informó el viernes la organización.

“En algunas casas, se podía ver sangre en los muros y el suelo. Todavía había llamas en el exterior de algunos edificios y en el aire se sentía un fuerte olor a carne quemada”, explicó en un comunicado el portavoz de la ONU Mark Nesirky, de acuerdo con el relato de los observadores.

Según Nesirky, la misión de la ONU vio huellas de vehículos blindados y casas fuertemente dañadas por los impactos de cohetes, granadas y otras armas.

El gobierno sirio negó la matanza, que se produjo el miércoles, afirmando que sólo hubo nueve víctimas asesinadas por “grupos terroristas”, términos que utiliza para referirse a la oposición.

Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), al menos 55 personas perdieron la vida en la masacre.

El jueves, la misión de la ONU fue atacada por disparos cuando intentaba llegar a Al Kubeir, en la provincia de Hama, en el centro del país.

Cuando los observadores lograron llegar, se encontraron el pueblo vacío, por lo que no pudieron hablar con ningún testigo de la masacre.

Según el portavoz de la ONU, los habitantes del pueblo vecino acudieron en su encuentro y “les explicaron lo que oyeron y les hablaron de los familiares que han perdido”.

“Las circunstancias de este ataque siguen poco claras. La identidad y el nombre de las personas muertas no han sido confirmados todavía. Los observadores siguen trabajando para verificar determinados hechos”, aseguró Nesirky.

La masacre de Al Kubeir volvió a conmocionar a la comunidad internacional, después de la matanza de Hula, hace unas semanas, en la que murieron 108 personas, de ellas 49 niños.