Militantes de Greenpeace sobrevolaron este martes la central nuclear de Garoña, la más antigua de España, para denunciar “la falta de seguridad” de esta instalación cuya explotación ha sido prorrogada cinco años más por el gobierno.

Dos activistas ecologistas, cuyos paramotores mostraban el lema “Garoña, cierre ya”, dejaron unos botes de humo sobre el edificio que alberga el reactor de la central, cercana a Burgos, en el norte de España.

La organización quiso poner de manifiesto, con ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente, “la falta de seguridad de la central”, explicó Greenpeace en un comunicado.

“No existe ningún motivo ni económico ni energético que justifique ampliar el permiso de explotación de Garoña”, añadió la organización, que denunció “riesgos para los ciudadanos”.

La central de Garoña, que entró en servicio en 1971, es la más antigua de España y está controlada al 50% por los grupos eléctricos Iberdrola y Endesa, por medio de la sociedad Nuclenor.

Las organizaciones ecologistas reclaman el cierre de la central, “gemela” de la japonesa de Fukushima, que sufrió un accidente nuclear en marzo de 2011 golpeada por un seísmo y un posterior tsunami.

Garoña debía, en principio, cesar su actividad el primero de abril de 2013 tras la controvertida decisión tomada por el antiguo gobierno socialista en julio de 2009 de prorrogar otros cuatro años su actividad, en el intento de España de reducir su dependencia del petróleo.

El país cuenta en total con seis centrales y ocho reactores nucleares.

España abrió la puerta en febrero de 2011 a una más larga explotación de su parque nuclear al aprobar el parlamento una ley eliminando la referencia al límite de 40 años de vida útil de las centrales.

El 2 de mayo, militantes de Greenpeace, habían llevado a cabo otra acción espectacular en Francia, al sobrevolar y aterrizar con un paramotor en la central nuclear de Bugey (centro-este).