El hombre llega a maltraer, o sea según el diccionario oficial anda patuleco. Pero los negocios son los negocios y viene encabezando una delegación de astutos emprendedores. Uno de los más notables es de apellido Botín, y no es chiste. Hay que recuperar el fértil suelo latinoamericano, en nuestro caso la fértil provincia señalada, como la indicara en su día el vate Ercilla.

Lo que pasa es que el Borbón no está en forma. Los años pasan (y pesan) y últimamente le han pillado volando bajo. En consecuencia, hasta las coronas más celebradas (como la de Josef Ratzinger, en Roma, por ejemplo) pueden temblar. Vivimos tiempos de sobresaltos regios. Los y las monarcas también sufren.

Felizmente ni la España decimonónica ni la América fecunda y sureña están empapadas de aquella moral calvinista europea donde salvarse de la ira del Pulento y de sus representantes terrenales es algo tiránico o acaso imposible. No. El pecador católico tiene alicientes, sobre todo si cuenta con dinero: el confesionario al frente, mucha laxitud, absolución y luego, como dice el bolero “sigamos pecando”.

Habrá entonces que darle al visitante una mano comprensiva, solidaria. Viene de cumplir 50 años de un matrimonio a duras penas, siempre mal avenido. Sucede que de aquel Juanito mozalbete, elegido en 1954, por la Federica de Grecia (léase La Celestina), para su hija mayor, la Sofía, ya no queda ni el boleto. Esto lo sabían y siempre lo supieron todos los españoles aunque, como solidarios creyentes, callaban. Y siempre comentaban puertas adentro: “Al personaje, aunque sea tentado de la risa, no se le toca, primero porque la mitad del país es momio y monárquico, segundo porque el dictador Franco, antes de morir, lo puso ahí, para dejarlo todo atado, bien atado.

Y aunque el Delfín se desató y sirvió bien al tránsito político, en un momento poniéndole atajo a los golpistas uniformados, esa transición se hizo y se sigue haciendo a medio morir saltando, como todas las transiciones, como la transición chilena,”en la medida de lo posible” según lo reconocía el propio autor de esta frase en una polémica y chocheante entrevista reciente.

En suma la visita a Chile se llevará con aplausos y suspiros. Y el hombre llevará mucho bastón real y auxilio médico. Tiene artrosis y fractura de cadera, una rodilla, la derecha, con prótesis. Y una operación del tendón de Aquiles, amén de otros machucones por tanto cazar, esquiar. Hasta le extirparon un nódulo pulmonar, le afinaron los oídos con audífonos, etc. Solamente cumple 74 abriles, lo cual no es mucho para estos tiempos donde se lleva bien eso de ir muy campante con la tercera edad a cuestas. Pero en su caso han sido 74 demasiado zarandeados.

El último de estos zarandeos sucedió cuando se levantó a medianoche a cazar elefantes, en Botswana (Africa) y tropezó. Y allí se descubrió el pastel. Viajaba clandestino, financiado por sus amigos petroleros árabes y en la dulce compañía de una princesa sin corona oficial. Alemana, divorciada, 44 primaveras, despercudida, rubia legítima y experta en personajes VIP como organizadora de viajes VIP. Corinna zu Sayn-Wittgenstein.

Entre paréntesis darle el bajo a un paquidermo en Botswana cuesta 44 mil euros. En 50 años más si no se pone atajo, sin medidas de conservación, estos pobres trompudos se extinguirán.

Que ha tiempo, en el palacio de la Zarzuela de Madrid, los dueños de casa dormían en camas separadas era vox populi. Que la Sara Montiel, en su día, y otras alegres comadres se enredaran en sábanas reales, era otro vox populi. Las féminas y las motos, iban y venían. Sin embargo tras tantas apariencias, el boato y el rosario en familia, primaban las conveniencias. Antes que nada las firmes apariencias a macha martillo, con la legítima esposa (del Opus Dei) guardando formas. Tarea principal, no perder la próspera empresa, ni el status ni eso que llaman tradición. Al oído, a la griega Sofía, más de alguien le recordó y reconfortó con una célebre frase: más vale llorar de desamor sentada en un Rolls-Royce que en un banco de plaza pública.

El caso es que a nuestro regio viajero le ha llovido sobre mojado. Las encuestas españolas lo desaprueban. El nombre y la fotografía de “la otra”, la última otra, aparece en portadas de la prensa del corazón, las revistas de peluquerías. Y todo esto en el marco de otro escándalo mayúsculo, la corrupción en una fundación presidida por un yerno real, Iñaki Urdangarin, casado con la hija Cristina.

Dicho sea de paso este “yernísimo”, mientras dura el proceso judicial y no se aclaran sus negociados, también sigue viajando y también va y viene por nuestra preciosa Sudamérica. Negocios, ya se sabe. Este yerno es, entre otras menudencias, consejero de Telefónica. Pero ahora no va y viene con su apellido verdadero sino con la chapa cambiada: se traslada por aeropuertos, hoteles y restaurantes de primera como mister Liebaert, o sea que el agudo muchacho utiliza su legítimo apellido materno para, como se dice entre nos, “pasar colado”.

Que el viaje real del señor Borbón sea placentero, que los negocios anden. Lo único que no podríamos hacer para el bienestar del donjuanesco personaje es brindarle elefantes, osos pardos o jabalíes, piezas favoritas en sus afanes de cazador. Acaso si le podríamos brindar algunos huemules o algún escurridizo puma, poca cosa. Pero, como decíamos al comienzo, quizá el hombre ya no está para estos trotes, Para ningún tipo de cacería, se entiende.

Oscar “El Monstruo” Vega
Periodista, escritor, corresponsal, reportero, editor, director e incluso repartidor de periódicos. Se inició en El Sur y La Discusión, para continuar en La Nación, Fortin Mapocho, La Época, Ercilla y Cauce. Actualmente reside en Portugal.