La celebración en la Plaza de América marcó el éxtasis final de los festejos del Celta de Vigo por su regreso a Primera División cinco años después, con miles de aficionados bañándose en la fuente donde tradicionalmente el club vigués celebra sus éxitos deportivos.

Nadie merece tanto como el Celta de Vigo el ascenso logrado el pasado domingo tras un peculiar empate contra el Córdoba que no es más que el punto y final a un trabajo bien hecho.

El Celta, de hecho, no ha logrado el ascenso de cualquier manera, sino de forma brillante, siendo el equipo más goleador del campeonato con 83 tantos y practicando un fútbol racial, atrevido y, sobre todo, atractivo.

El autobús descapotado que desplazó a la plantilla desde Balaídos, entró en la plaza pasadas las doce y media de la noche, jaleado por una afición que coreó especialmente el nombre del goleador Iago Aspas, del técnico Paco Herrera y del internacional chileno Fabián Orellana, al que le pidieron que siga en Vigo la próxima temporada.

Ponga atención unos segundos antes del minuto 5, en donde se comenta esta situación.