La familia tradicional sigue siendo más que nunca un modelo en un momento en el que “la solidez del tejido social” está en peligro, estimó el Papa este domingo en Milán ante 850.000 fieles de 154 países, en la misa de clausura del VII Encuentro Mundial de las Familias.

Escuchando los cantos sobre un inmenso estrado instalado en el aeródromo de Bresso, el Papa, de 85 años, parecía levemente curvado y fatigado, perdido en sus pensamientos en el último día de su estadía en Milán.

En tres días, ha pronunciado ocho discursos y fue a la catedral, al arzobispado, al teatro La Scala, al estadio de San Siro con los jóvenes y el sábado por la noche al aeródromo.

Al terminar la misa, el Papa anunció que el VIII Encuentro Mundial de las Familias tendrá lugar en 2015 en Estados Unidos, en Filadelfia, una diócesis muy marcada por el escándalo de pedofilia que afectó a la iglesia católica estadounidense.

El Papa recibió una prolongada ovación de la multitud, cuando el cardenal Ennio Antonelli, presidente del Consejo pontifical de la familia, pidió a Dios “concederle el continuar guiando durante largo tiempo al pueblo de Dios”.

“No encuentro las palabras para agradecerlo”, dijo Benedicto XVI que según su entorno estaría muy afectado por la filtración de documentos del Vaticano y la detención de su mayordomo Paolo Gabriele.

En su homilía, ante el jefe del gobierno italiano Mario Monti, el Papa atacó “en las teorías económicas modernas, el predominio de una concepción utilitaria del trabajo, de la producción y del mercado”.

“El proyecto de Dios y la propia experiencia muestran que no es la lógica unilateral del beneficio personal y del beneficio máximo las que pueden contribuir a un desarrollo armonioso, al bien de la familia y a la edificación de una sociedad más justa, pues esta lógica significa una competencia exasperada, fuertes desigualdades, la degradación del medio ambiente, la carrera a los bienes de consumo, el malestar en las familias”, dijo el Papa.

“No sólo eso sino que la mentalidad utilitaria tiende a extenderse también a las relaciones entre las personas y sus familiares, reduciéndolas a precarias convergencias de intereses individuales y erosionando la solidez del tejido social”, denunció.

Benedicto XVI también defendió enérgicamente el domingo como día de fiesta en este VI Encuentro Mundial de las Familias, una iniciativa lanzada en 1994 por Juan Pablo II que tuvo este año por tema “Familia, trabajo y fiesta”.

El domingo no debe convertirse en un día de trabajo, sino seguir siendo “el día del hombre y de sus valores: convivialidad, amistad, solidaridad, cultura, contacto con la naturaleza, juego, deporte”, dijo el Papa.

Benedicto XVI evocó también el tema, muy polémico dentro de la Iglesia, de los divorciados que se casan de nuevo y que por el hecho de haber roto la promesa contraída en el rito católico del matrimonio indisoluble ya no pueden participar en otros rituales católicos, como el de la comunión.

A los “fieles que, compartiendo las enseñanzas de la Iglesia sobre la familia, están marcados por experiencias dolorosas de fracaso y de separación, el Papa y la Iglesia los apoyan en su pena”, exclamó.

“Los aliento a permanecer unidos a nuestras comunidades, deseando que las diócesis tomen iniciativas de acogida y de proximidad adecuadas”, les dijo.

También deseó concretamente que “las diócesis tomen iniciativas de acogida y de proximidad adecuadas” para ellos.

El Papa repitió las posiciones de la Iglesia sobre “el matrimonio entre el hombre y la mujer”, que tienen “características propias y complementarias”, en una alusión al debate sobre el matrimonio homosexual que él no apoya.

Al margen de la misa a la que asistió, el alcalde izquierdista de Milán, Giuliano Pisapia, destacó que el Papa se había referido a la constitución italiana, que “reconoce los derechas de la familia, como sociedad natural fundada en el matrimonio”.

“Yo también digo que los derechos de todos deben ser respetados”, agregó Pisapia, en relación a uniones civiles entre homosexuales que él apoya.

“El Papa habría hecho mejor yendo a Emilia para apoyar a las víctimas del sismo”, declaró a la AFP un chofer de taxi.

Militantes comunistas y homosexuales habían organizado protestas, muy minoritarias.

Benedicto XVI tenía previsto almorzar con algunas familias de los cinco continentes antes de volver al Vaticano por la tarde.