Las actividades prolongadas, los desafíos académicos, la presión laboral, las salidas nocturnas, entre tantas otras, son de las más comunes razones por las que, en diversas ocasiones, no cumplimos con las horas de sueño recomendadas.

Estas acciones en la medida que se presentan con relativa distancia no alteran el orden biológico del descanso, no obstante, si se repiten con frecuencia, pueden traer consigo peligrosas consecuencias para la salud.

Si bien cada individuo conoce su tiempo preciso para dormir, el consenso de los expertos señala que las horas recomendables de descanso absoluto rondan entre las 7 u 8. Por tanto, la merma constante en estas cifras ‘ideales’ ofrecerá, tarde o temprano, un resentimiento en las facultades físicas de las personas.

Un estudio de la de la Universidad de Pennsylvania recogido por el portal vivirsalud.com, asegura que la sistematizada pérdida de sueño “puede incrementar los niveles de inflamación crónica”, lo que desembocaría en el endurecimiento de las arterias, altos niveles de presión arterial, derrames cerebrales y enfermedades en el corazón.

Asimismo, el texto esgrime que las mínimas horas de descanso influirían en los niveles de azúcar, los cuales, por ende, deberían ser equilibrados mediante la aplicación de dosis de insulina.

En esa misma línea, una indagación dirigida por el doctor Daniel Cardinali, académico argentino, subraya que la falta de sueño, en base a estudios epidemiológicos, estaría asociada con la diabetes tipo II.

Por su parte el cronobiólogo trasandino Diego Golombek, comenta en otro estudio que se encontró una “relación entre el reloj biológico y el metabolismo, que se ve reflejada en situaciones patológicas como la obesidad o el síndrome metabólico. Se sabe que si este reloj anda mal aumenta la incidencia de enfermedades metabólicas, así como de eventos cardiovasculares y hasta de cáncer”.

Además de las mencionadas dificultades para la salud, son múltiples las consecuencias del descanso ‘a medias’ y el desgaste que éste genera en el transcurso del día. Los trasnochadores frecuentes bien lo saben.

Y tú, ¿alcanzas las añoradas 8 horas de sueño o te acostumbraste a descansar en la medida de lo posible?