Parece la trama de una novela de Tom Clancy o una nueva teoría de los fanáticos de las confabulaciones, sin embargo esta vez la historia es espeluznantemente real. Un informe publicado en exclusiva por el New York Times reveló que “Stuxnet”, uno de los virus más dañinos de los últimos años, fue una creación conjunta de EEUU e Israel que acabó fuera de control.

La información fue recopilada por el periodista David Sanger como parte de su próximo libro “Confront and Conceal: Obama’s Secret Wars and Surprising Use of American Power” (Confrontar y Ocultar: Las guerras secretas de Obama y el sorpresivo uso del poder estadounidense), donde se explica cómo durante el gobierno de George W. Bush, se inició un proyecto informático para vigilar las plantas nucleares iraníes, a través de software espía que pudiera trazar un mapa de sus instalaciones.

Tras el cambio de mando, el presidente Barack Obama, lejos de abandonar el proyecto, decidió acelerarlo y tomar una actitud aún más agresiva: en conjunto con la inteligencia israelí, elaborarían un virus capaz de expandirse por las redes computacionales de la planta refinadora de Natanz, con el fin de sabotearlas logrando que -literalmente- sus centrífugas se hicieran pedazos.

No era tarea fácil. La red computacional de Natanz está físicamente aislada, sin conexiones externas, para evitar intrusiones o ataques. Por esto, ambos países requirieron la ayuda de uno o más agentes que pudieran infiltrar de forma manual el virus, usando un pendrive o una tarjeta de memoria.

“Llevar el virus hasta Natanz no era un asunto sencillo. Estados Unidos e Israel tendrían que confiar en ingenieros, trabajadores de mantenimiento y otros -algunos espías y otros cómplices inadvertidos- que tuvieran acceso físico a la planta. “Ese era nuestro santo grial, pero sucede que siempre hay un idiota que no se preocupa mucho sobre el pendrive que lleva en sus manos”, indicó a Sanger uno de los arquitectos del proyecto de sabotaje.

Pero entonces sucedió algo tan previsible como impensado por sus creadores: en 2010 el virus llegó a la Internet y comenzó a expandirse entre los usuarios, probablemente luego de que alguien lo llevara a su computadora de la misma forma en que fue introducido en la planta, con una tarjeta de memoria.

En medio del temor y el bochorno, ambas agencias comenzaron a culparse mutuamente por haber dejado un bache en el código que permitió la fuga.

“Creemos que la modificación fue hecha por los israelíes, pero no sabemos si nosotros tuvimos participación”, le informó uno de los encargados al Presidente. A continuación, Obama comenzó a hacer preguntas, temiendo que el virus pudiera hacer daño fuera de la planta iraní. Las respuestas venían en tonos defensivos, con el vicepresidente Biden exclamando “Tuvieron que ser los israelíes. Ellos fueron demasiado lejos”.

Por fortuna, los ingenieros lograron deshabilitar el código de “Stuxnet” para que no siguiera expandiéndose. Ahora sin embargo la atención está puesta en “Flame”, un virus aún más agresivo que está suelto en Medio Oriente, habiendo infectado hasta el momento 189 grandes sistemas informáticos de Irán, 98 de Israel y Palestina, 32 de Sudan, 30 en Siria, 18 en el Líbano, 10 en Arabia Saudita y 5 en Egipto, recoge Ars Technica.

Se desconoce hasta el momento la autoría de “Flame”, pero los antecedentes revelados por el New York Times han llevado las miradas acusatorias hacia Estados Unidos e Israel, que pudieron haber tenido más éxito del que esperaban tener. De hecho, demasiado.

Expansión de Flame | Ars Technica

Expansión de Flame | Ars Technica

Estados Unidos pudo haber atacado militarmente por el mismo motivo

Las revelaciones en torno a “Stuxnet” han abierto un flanco de críticas en torno a la hipocresía de la política exterior estadounidense. Esto, porque según las leyes estadounidenses, si el gigante del Norte hubiera sido atacado de igual forma por otra potencia, lo habría “autorizado” a tomar represalias militares.

“Todos los estados poseen el derecho inherente a defenderse, por lo que reconocemos que ciertos actos hostiles conducidos a través del ciberespacio podrían considerarse agresiones bajo los tratados que tenemos con nuestros socios militares. Nos reservamos el derecho a usar todos los medios necesarios -diplomáticos, informáticos, militares y económicos- que sean apropiados y consistentes con las leyes internacionales”, declara EEUU en su Estrategia Internacional para el Ciberespacio.

La duda es que ahora, irónicamente, la revelación de esta ofensiva informática liderada por EEUU e Israel “autorice” tácitamente a otras naciones para emprender sus propias cruzadas hacia la ciberguerra.

“(Obama) expresó reiteradamente su preocupación de que si Estados Unidos admitía que estaba haciendo uso de ciberarmas -incluso bajo las circunstancias más cuidadas y restringidas- pudieran servir como justificación para los ataques de otros estados, terroristas o hackers. Fue una ironía que discutimos más de una vez”, finalizó uno de los agentes entrevistados por Sanger.