Un cardenal relativizó la autoridad de textos del Concilio Vaticano II sobre la libertad religiosa y las relaciones con los judíos, suscitando inquietudes en la Iglesia Católica coincidiendo con la esperada readmisión de algunos integristas.

El cardenal alemán Walter Brandmüller presentó el lunes un libro en Roma, “Las claves de Benedicto XVI para interpretar el Concilio”.

El que fuera presidente del Comité Pontificio de Ciencias Históricas consideró ante la prensa que “Nostra Aetate” (sobre las relaciones con las demás religiones) y “Dignitatis Humanae” (sobre la libertad religiosa) “tenían un valor menos vinculante” que los demás textos del Concilio Vaticano II (1962/65). Según él, “se puede por lo tanto hablar” de esos documentos en la Iglesia.

La reflexión suscitó inquietud, porque “Nostra Aetate” siempre se consideró un documento de alcance histórico que, tras siglos de antisemitismo cristiano y el Holocausto, reconoce al judaísmo y al pueblo judío el respeto merecido.

El cardenal suizo Kurt Koch, presidente del Consejo para la Unidad de los Cristianos y responsable de las relaciones con el judaísmo, respondió que todos los textos, incluido “Nostra Aetate”, eran “vinculantes” para todos en la Iglesia.

“No se puede ser católico y no aceptar el Concilio Vaticano II, el magisterio de la Iglesia y Nostra Aetate”, dijo la semana pasada, en un mensaje dirigido a los integristas.

Los integristas, por lo general, han mantenido sus concepciones previas al Concilio sobre “el pueblo deicida”, y algunos responsables de ellos, como Richard Williamson, son claramente antisemitas.

El papa Benedicto XVI debe pronunciarse sobre la reintegración al menos de una parte de ellos, los más moderados. El sumo pontífice se ha implicado mucho en esta negociación, que provoca numerosas tensiones en el seno de la Iglesia.

Algunos desean que el regreso de los integristas se haga con condiciones, como la aceptación sin ambajes de “Nostra Aetate” y “Dignitatis Humanae”.