Un líquido que invocaba a las divinidades. Un veneno capaz de destruir las mentes más avezadas. Si existen dos palabras para describir la historia de la absenta son “inspiración” y “demencia”.

Ésta ha cruzado la barrera de las prohibiciones para volver a instalarse en los bares y despertar inspiradísimas borracheras que han quedado registradas en las más distintas expresiones artísticas.

La absenta es una bebida alcohólica que fluctúa entre 75% y 89% de alcohol, producto de la destilación de varias hierbas procedentes del Mediterráneo. Entre éstas se encuentra el ajenjo, que históricamente se ha sindicado como el responsable de catalizar largas discusiones y la creación de un número gigante de obras de arte.

El responsable del peculiar trago es un médico francés llamado Pierre Ordinaire. Se le atribuye la creación de la absenta mientras vivía en Suiza en 1792. Posteriormente la herencia de la receta pasó a ser comercializada.

Sin embargo, las propiedades del ajenjo eran conocidas incluso en el antiguo Egipto. Documentos que datan del 1550 antes de Cristo aseguran que la planta era recetada por su efecto tónico, ya que ayudaba a despertar el apetito. Además, en Grecia, se utilizaba contra la malaria u otros males como la ictericia.

La polémica por su consumo se debe a las alucinaciones asociadas a su ingesta excesiva. Son innumerables los registros de consumidores de absenta que aseguraron haber estado en presencia de figuras divinas e, incluso, de un “hada verde”.

En la actualidad se atribuye el origen de las alucinaciones a la tujona, componente activo de la absenta y que se puede encontrar en el destilado de ajenjo. Antiguamente su presencia en el brebaje era de 100 miligramos por litro, en la actualidad el máximo permitido es de 35 miligramos por litro en Chile, de acuerdo a la Ley Nº 18.455.

La prohibición de su consumo comenzó hacia 1850, cuando se advirtió sobre qué consecuencias podía tener el abuso en el consumo de la absenta, y la restricción fue paulatina tanto en el viejo continente como en América, específicamente en Estados Unidos y Brasil.

De esta forma, Portugal junto con España se convirtieron en los únicos países que podían producir el licor de forma establecida hasta que se relegalizara.

Los artistas frecuentaban el consumo de la absenta con el fin de lograr un estado que les facilitara la creatividad artística y poética y la lista de bebedores connotados es larga, cruzando todos los espectros del arte. Solo por nombrar algunos: Pablo Picasso, Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire, Victor Hugo y, Édouard Manet.

Una creencia muy difundida es que, tras algunos sorbos, el escritor Ernest Hemingway habría acumulado toda la valentía necesaria para torear en España.

También se cree que Vincent Van Gogh cercenó el lóbulo de su oreja izquierda tras una acalorada discusión con el pintor francés Paul Gauguin y luego de haber bebido absenta.

La preparación más difundida del trago consiste en servir la absenta en una copa adecuada para este fin y sostener en los bordes una cuchara agujereada con un terrón de azúcar. Éste debe disolverse bajo un chorro de agua fría hasta disolver completamente el cubo.

Existen cientos de alternativas para degustar la absenta. Whisky, vodka, tequila y otros licores son añadidos al ajenjo en diversas preparaciones.

Incluso Hemingway, degustador reconocido de la absenta y muchas otras bebidas alcohólicas, hizo conocida una receta especial: “En una copa de champaña poner una medida de absenta. Agregar champaña helada hasta que adquiera el apropiado aspecto lechoso y brillante”. A estas indicaciones agregó la recomendación de “beber tres o cinco de éstas lentamente”.

Lejos de la ilegalidad, hoy la absenta puede adquirirse en el comercio establecido. Pese a estos, muchos aventureros de las copas prefieren arriesgarse y recurrir a los fabricantes clandestinos, con el fin de asegurar que su mente inicie un viaje sin rumbo.

http://youtu.be/57V1ukdo5fM