No necesariamente madre es aquella persona que da a luz, sino que también es aquella que te vio crecer, la que vio tus primeros pasos, la que te llevó a clases el primer día, la que te ama incondicionalmente, la que malcría a tus hijos cuando son sus nietos, la que estuvo contigo cuando te caíste por primera vez y es esa que estará en cada uno de tus tropezones.

La determinación y amor de una madre por sus hijos es admirable. Es el caso de Carolina Martínez Almendras, una joven de 29 años cuya vida cambió radicalmente hace 3. La relación de casi una década que mantuvo junto a su pareja la llevó a creer que el futuro le tenía preparado un jardín de rosas junto a quien creyó el amor de su vida. Sin embargo, no fue así.

Es ella misma quien señala “La historia fue bonita.. pero se terminó. Cuando me enteré de mi embarazo fue lo más lindo, mi primer hijo, una nueva experiencia… vivir todo el proceso, el nacimiento y ahora que crece. Cuando supe que estaba embarazada, ya estaba sola”

Hace 4 años nació Bastián, un niño de grandes ojos almendrados, alegre, y muy travieso “Fue emocionante ver su carita por primera vez, eso me dio la seguridad de que quería seguir adelante, por él”, sostiene con emoción.

Esta técnico en educación de párvulos, de ojos azules y mirada tímida, no pensó que lo que se venía iba a poner a prueba su fortaleza. La menor de 6 hermanos, oriunda de Los Ángeles, llegó a Concepción por una razón que nunca imaginó: tratar a Bastían de una complicada forma de cáncer, el linfoma de Hodgkin.

Esta enfermedad ataca el sistema linfático, los órganos relacionados que forman parte del sistema inmunológico y el sistema productor de sangre, junto a los ganglios, que son órganos del tamaño de una haba ubicados en el cuello, las axilas y la ingle, principalmente.

Enterarse que su hijo debía lidiar contra el cáncer fue una noticia dura para Carolina “El 21 de septiembre del año pasado se lo detectaron; tenía un tumor cancerígeno. Cuando nació estaba sano, pero de repente se le inflamó el cuello y desde ahí ya nada es igual. Me sentí muy mal porque no esperaba que me dieran esa noticia de un día para otro. Recién me enteraba de la enfermedad de Bastián y al otro día al tiro nos vinimos a Conce (sic) a comenzar el tratamiento”.

Ese mismo día los trasladaron al Hospital Regional de Concepción en ambulancia, por lo que la joven apenas tuvo tiempo de asimilar y cargar baterías.

Se cumplen 8 meses desde que Carolina y Bastián llegaron a la ciudad penquista. Ella cuenta que por esta razón tuvo que dejar su trabajo y el día de su arribo las enfermeras observaron su realidad, que no tenía los recursos para quedarse en un hotel, por lo que le dieron el dato de la Corporación Nuestro Hogar, una casa de acogida para las familias de quienes padecen cáncer. Hasta allá fueron para comenzar la quimioterapia del pequeño Bastián.

“Los doctores dicen que hasta el momento va bien, pero el proceso ha sido complicado, para él sobre todo porque sufre… e imagínese que yo tengo que sacar fuerza de no sé dónde para darle tranquilidad cuando lo veo así…”. Sabe que ha sido difícil, pero según los médicos Bastián avanza. De hecho ya comenzó la etapa de Radioterapias de lunes a viernes. Y si bien debe sobrellevar el que su hijo esté más agresivo producto de los medicamentos, la paciencia de esta madre es de admirar.

Es este pequeño quien le da fuerzas a Carolina. Viviendo el día a día, sólo se levanta para verlo mejorar, y así lo confirma entre lágrimas “Bastián es mi vida, es todo. Si algo le pasara, me muero. Sólo pienso en seguir adelante con él y por él”.

Tiene claro que se ha postergado como mujer y como profesional, pero lo más importante para ella es que siente que como mamá ha alcanzado el éxito. “Mientras esté con mi hijo, no me siento sola” y asegura que el mejor regalo que puede recibir este domingo es tener con ella a Bastián.

Bastián y Carolina | Carolina Reyes (BBCL)

Bastián y Carolina | Carolina Reyes (BBCL)

El amor de una madre no contempla lo imposible. Según el novelista francés Honoré de Balzac, jamás en la vida encontrarás ternura mejor, más profunda, más desinteresada ni verdadera que la de tu madre. Y el ejemplo de Graciela lo comprueba.

Con sus actuales 39 años, dice que no se arrepiente de nada. Cuando tenía 18 nació su primer hijo y las comodidades nunca abundaron en el hogar que formó con el padre de Sebastián, un obrero de la construcción. Luego llegó Francisco, y si bien no les faltaba, debían hacer malabares para vivir.

Sin embargo, no fue hasta que vinieron al mundo las gemelas Bárbara y Geraldine que supieron el significado de la palabra sacrificio. Ambas nacieron con una patología respiratoria a los pulmones, por lo que debían utilizar medicamentos y alimentos especiales. Fue cosa de tiempo la deuda de 2 millones en las farmacias.

“Yo crié a mis otros 2 hijos con pañales de género, pero el médico me decía que las niñas eran muy pequeñas y para evitar una displasia broncopulmonar, tenían que usar los desechables… pero una con los años va analizando y claro, el doctor me pedía muchas cosas, pero nunca me preguntó si teníamos los recursos o nos alcanzaba”, recuerda Graciela.

Posterior a esta situación, decidió salir a trabajar. A pesar de las trabas que le ponía su marido, comenzó a desempeñarse como manipuladora en una Pesquera. Y es que las ganas de salir adelante nunca le fallaron. Cada mañana debe levantarse a las 6 para llegar a las 9 a Talcahuano, ya que ella reside en San Pedro de la Costa.

“Al comienzo fue difícil, sobre todo los 2 primeros años”, indica esta madre, ya que sus dos pequeñas sufrían de ataques de asma mientras ella cumplía sus 12 horas laborales, por lo que en varias ocasiones no pudo llegar y estar con ellas. Debido a ello, su hijo mayor tuvo que cumplir muchas veces un rol que no le correspondía, algo que se recrimina hasta hoy.

Graciela sólo alcanzó 8° básico, y aunque le gustaría terminar su enseñanza media, por ahora ese sueño lo está cumpliendo su hijo mayor, quien entró a la Universidad Técnica Federico Santa María y le queda poco para terminar su carrera. “Muchas veces nos quedamos sin comer para comprar lo que necesitaban mis hijas, pero siempre tratamos de no hacer diferencias con los mayores”. Es por eso que asegura que la mejor lección que puede entregarles a sus hijos es luchar y no mirar hacia atrás, ya que “el que quiere puede”, dice.

Esta sacrificada madre no se avergüenza de lo que hace cada día. Según ella, aprendió que su sufrimiento no es mayor que al de otra mamá.

Graciela Lara | Carolina Reyes (BBCL)

Graciela Lara | Carolina Reyes (BBCL)

La entrega total hacia los hijos es un distintivo de las mamás, sin importar las condiciones en las que les toque en la vida. Es por esta simple, pero fundamental razón, que saludamos en este día a todas las madres y te invitamos a que compartas tu experiencia con esta importante mujer.