Las fuerzas de seguridad sirias fueron blanco de atentados en Idleb (noroeste), un día después de la llegada del general noruego Robert Mood, jefe de la misión de observación de la ONU en Siria, donde las violencias dejaron al menos 70 muertos este fin de semana.

“Más de 20 personas, en su mayoría miembros de las fuerzas de seguridad, perecieron debido a fuertes explosiones que sacudieron la ciudad de Idleb y que estaban dirigidas contra centros de seguridad de la ciudad”, afirmó el Observatorio sirio de los derechos humanos (OSDH).

Por su parte, la televisión estatal anunció un balance de ocho muertos y decenas de heridos entre los civiles y las fuerzas del orden en “dos explosiones terroristas”.

La televisión presentó imágenes mostrando restos humanos y manchas de sangre, alrededor de un tractor, así como edificios dañados y habitantes gritando: “¿Es esto la libertad que piden? ¿Dónde está la libertad?”, atacando a Catar y a Arabia Saudí que llamaron a armar a los rebeldes.

Algunos gritaban “¡Dios, Siria, Bashar y es todo!”, consigna de apoyo al presidente Bashar al Asad, que no reconoce la envergadura de la rebelión en el país y afirma luchar contra “bandas terroristas armadas”.

“No queremos observadores”, exclamó una mujer en la televisión, cuando la ONU despachó por el momento a 30 observadores para vigilar un cese el fuego oficialmente vigente desde el 12 de abril, pero continuamente ignorado, a pesar del compromiso del régimen y de los rebeldes.

Dos observadores están estacionados en Idleb, ciudad particularmente afectada por la revuelta y la represión, así como en Deraa (sur) Hama y Homs (centro).

A pesar de su presencia, las violencias del sábado y el domingo dejaron 70 muertos, de los cuales 47 civiles que fallecieron a manos de las tropas gubernamentales, según el OSDH.

En la noche del domingo al lunes, la televisión estala acusó a “bandas terroristas armadas” de haber atacado con cohetes la sede del Banco Central sirio en Damasco y a una patrulla policial en el barrio de Ruknedin, dando cuenta de cuatro policías heridos.

Según la cadena, esos ataques apuntaba a “obstaculizar el plan” del emisario internacional Kofi Annan, que trata de poner fin a las violencias en un país escenario desde marzo de 2011 de un movimiento de contestación sin precedente reprimido de manera sangrienta.

Los Comités Locales de Coordinación (LCC, oposición) acusaron al régimen de estar detrás de “las explosiones que costaron la vida a decenas de sirios” en los últimos meses, atribuyendo también a las autoridades las “sospechosas explosiones” delante del Banco central, en Ruknedin y delante de las oficinas de la televisión oficial.

Por otra parte, el OSDH dio cuenta de una explosión cerca de Damasco, al parecer provocada por un coche bomba, evocando víctimas pero sin dar balance.

Al llegar el domingo a Damasco, el general Mood lanzó un llamado a la calma: “Los observadores no pueden resolver solos todos los problemas (…), todas las partes deben detener la violencia y dar una posibilidad” al plan Annan.

El número de observadores debería pasar a 100 de aquí a un mes, antes de alcanzar 300 miembros, en conformidad con una resolución votada por unanimidad por el Consejo de Seguridad de la ONU hace una semana.

Esta misión, de una duración inicial de tres meses, se anuncia peligrosa para los observadores que deben ser desplegados sin armas por todo el país.

Después de haber acusado a Naciones Unidas de “alentar a los terroristas”, la prensa oficial siria afirmó el domingo que la red extremista de Al Qaida estaba detrás de los atentados que provocaron decenas de muertos en los últimos meses, en particular en Damasco y Alepo (norte).

El viernes, un atentado de este tipo dejó 11 muertos en Damasco, según los medios oficiales. Fue reivindicado por un grupo llamado el Frente al Nosra, en un portal islamista generalmente utilizado por Al Qaida, según el centro estadounidense de vigilancia de los movimientos yihadistas SITE.

Desde marzo de 2011, Siria es escenario de una revuelta popular cada vez más militarizada frente a la represión. En 13 meses, las violencias han dejado más de 11.000 muertos en el país, en mayoría civiles, según el OSDH.