Un atentado causó al menos 11 muertos en Damasco el viernes, en momentos en que se hallaban reunidos decenas de miles de manifestantes en todo el país atendiendo la convocación de militantes hostiles al régimen de Bashar Al Asad.

Según la televisión oficial, el “atentado suicida” causó 11 muertos y 28 heridos, entre ellos civiles y miembros de las fuerzas del orden.

Este atentado, perpetrado frente a la mezquita Zein al Abidin, tuvo lugar “a la salida de los fieles de la mezquita”, según la televisión.

Las imágenes emitidas mostraban el lugar de la explosión, debajo de un puente donde la gente corría gritando y del que se desprendía humo.

La televisión, que difundió imágenes de trozos de carne y miembros ensangrentados y carbonizados, informó que esta explosión “terrorista” había tenido lugar frente a una mezquita, en momentos en que los fieles salían de la plegaria musulmana semanal del mediodía.

También mostraron charcos de sangre en el suelo, un cuerpo destrozado y los restos de cuerpos carbonizados, al igual que una mano y una pierna ensangrentados.

Poco tiempo antes, una explosión sacudió la zona industrial de Damasco, cerca de la compañía nacional de transportes, sin causar víctimas, había informado la entidad opositora Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

Los ataques ocurrieron en momentos en que un primer equipo de observadores de la ONU estaba desplegado en Siria para vigilar un alto el fuego que entró en vigor el 12 de abril, de acuerdo con el plan elaborado por el emisario internacional Kofi Annan, pero que ha sido constantemente violado desde entonces.

La ONU nombró este viernes al mayor general noruego Robert Mood, veterano en misiones de paz difíciles, para dirigir la fuerza que supervisará el cese del fuego en Siria.

Pero la lentitud del proceso y las violaciones constantes de la tregua llevaron a algunos países a interrogarse sobre el interés de esta misión. Así, Washington amenazó con acudir de nuevo al Consejo de Seguridad si el régimen sirio hace fracasar el plan Annan.

Otros atentados suicidas ya sacudieron el centro de Damasco en diciembre de 2011 y enero de 2012, perpetrados en los barrios de Midan y de Kafar Soussé.

Las autoridades habían responsabilizado de esos ataques, que dejaron decenas de muertos y heridos, a “grupos terroristas armados”, mientras que la oposición acusó al régimen.

Por otra parte la OSDH se refirió a las decenas de miles de personas que manifestaban contra el régimen en todo el país. Las fuerzas de seguridad mataron a dos de ellas en la región de Damasco y en Alep (norte).

Los militantes prodemocracia habían llamado a la población a movilizarse, como cada viernes, y se dirigieron en particular a los observadores desplegados por la ONU para supervisar el alto el fuego.

“Observadores, dejen de jugar con la sangre de nuestro pueblo”, proclamaba una pancarta en Beit Saham, en la periferia de Damasco, en momentos en que una avanzadilla de unos quince observadores comenzaba a desplegarse de conformidad con el plan del emisario internacional Kofi Annan.

“Misión Annan, por favor, no vengan a vernos, ustedes se han convertido en fuente de las masacres”, podía leerse en una banderola en Hass, en la provincia de Idleb (noroeste).

En varias ciudades del país, militantes y ONGs informaron acerca de muertos y heridos tras la llegada de los observadores de la ONU.

En un comunicado publicado el viernes, Amnistía Internacional cifró en 362 los muertos desde el inicio de la misión de los observadores, el 16 de abril.

El ejército libanés interceptó este viernes un barco que supuestamente trasladaba armas destinadas a los rebeldes sirios. Países como Catar y Arabia Saudita defendieron en varias ocasiones la necesidad de armar a los opositores al régimen sirio.