Estimados:

Durante 15 años hemos vivido en la villa Luis Almonacid en Rancagua, durante ese periodo hemos plantado, regado y protegido un grupo de árboles tratando de construir una plaza sin la ayuda de una Municipalidad quien abandonó el espacio a su suerte.

Hoy al llegar no solo me sorprende que no hayan dejado un árbol en pie, si no que además como si fuera poco, se plantea justo mientras en pleno centro promocionan una campaña de reforestación de todo Rancagua. ¿Quién entiende?

La molestia contra estos proyectos de remodelación, no es antojadiza de ninguna forma. Hace algunos años la misma Municipalidad propició la construcción de una multicancha que jamás tuvo algún tipo de control. Por años los vecinos sufrimos de partidos a las 3:00 am mientras existieron arcos. Cuando estos se perdieron vinieron los delincuentes, las borracheras nocturnas, la quebrazón de botellas y obviamente las peleas. Ahí estuvieron nuestros arboles manteniéndonos día y noche separados de estos delincuentes evitando que las botellas reventaran en nuestros patios y que las peleas alcanzaran a nuestras familias.

Hoy la sensación de vulnerabilidad y de abandono, nos hace presa una vez más. Cuando la Municipalidad decidió construir esa cancha no fuimos consultados, cuando la abandonaron a su suerte tampoco, pasamos 15 años construyendo un espacio que pese a sus carencias era nuestro. Cada gota de agua que hizo crecer esos árboles salió de nuestro propio bolsillo. Cada limpieza de los “carretes” nocturnos y de todo el sector corrió por cuenta nuestra cuando llegabamos de nuestros trabajos, para que hoy una medida administrativa de alguien que no conoce nuestra realidad tome decisiones y nos diga que esto es lo mejor.

No espero un cambio de actitud, no espero de ninguna forma que los nuestros árboles sean repuestos, ni mucho menos que el alcalde aparezca a darme algún tipo de explicación. Sin embargo, tengo una sola certeza, esto el comienzo de otra tortura para quienes vivimos aquí, la experiencia ya nos enseñó como funciona el sistema.

Atentamente,

Francisco Henriquez Veas