El motín en una prisión del estado brasileño de Sergipe (noreste) terminó la tarde del lunes, luego de 24 horas de negociaciones y de que los 400 reos alzados liberaron a los 131 rehenes, informó el gobierno regional.

“Después de 24 horas de negociaciones, llegó a su fin la rebelión” en la cárcel Advogado Jacinto Filho de Aracaju, capital de Sergipe, informó la secretaría de Seguridad Pública del estado en una nota de prensa.

El motín comenzó en la mañana del domingo durante la hora de visitas. Los presos retuvieron entonces a 131 rehenes: 128 familiares y tres guardias.

Los 400 reos alzados, que quemaron colchones y se habían hecho con algunas carabinas de la sala de armas, reclamaban por los malos tratos recibidos, según denunciaron, por parte de los guardias y por una mejor alimentación.

“Buena parte de las exigencias de los rebeldes corresponden al Poder Judicial. Nosotros atendimos todo lo que era posible y razonable y vamos incluso a investigar las denuncias hechas por ellos”, explicó el secretario de Seguridad Pública João Eloy a medios de prensa.

Con todo, muchas de las peticiones de los presos -como destituir a la dirección del penal y prescindir de la empresa tercerizada que lo administra- no fueron aceptadas.

Los cinco líderes del movimiento fueron trasladados a otra prisión.

El fin de la protesta comenzó con la liberación de algunos rehenes, seguida por la entrega de “dos escopetas calibre 12, dos pistolas ‘taser’ (electrochoque), 25 municiones y dos cargadores. La entrega de las armas fue un paso decisivo hacia el fin pacífico de la rebelión”, indicó la nota.

Los presos estaban armados también con cuchillos. La policía prepara una requisa en el interior del penal “para encontrar armas y otros objetos”.

Los familiares liberados fueron sometidos a una rigurosa revisión para evitar que algún preso tratara de fugarse.

En Brasil, como en todo América Latina, el sistema carcelario sufre una crisis de superpoblación. Las bandas criminales prosperan al imponer sus leyes en penales deteriorados e insalubres por falta de inversión, y cuyas administraciones están contaminadas por la corrupción.