¿Se imagina tener un trabajo donde su sueldo sea reajustado entre sus propios pares, sin control respecto de avances durante 8 años, con trabajo mixto entre labores de oficina y salidas a terreno?

¡Existe! Son en total 38 los cupos disponibles y para lograrlo requiere de un intenso trabajo de diálogo con un conjunto de agrupaciones que cuentan con personalidad jurídica, una serie de promesas e ideas que puedan captar la atención de las personas y mucha paciencia para hacerle creer que de verdad sus problemas le interesan.

Parece ser una caricaturización en extremo, pero puede no estar lejana de la realidad que viven actualmente nuestros Senadores.

Constantemente desde la Cámara Alta afloran anuncios que inocentes o solapados -como el aumento en $2 millones de sus asignaciones- van absolutamente contra el sentido común, especialmente cuando la opinión pública les es muy adversa.

Una muestra del absoluto divorcio de este selecto grupo de políticos con la ciudadanía se produce cuando argumentan que sus ingresos deben estar acordes a su alta magistratura, como si éstos fuesen los que le dieran realce a su labor.

Contrario a esto pareciera que las personas quisiéramos tener Congresistas capaces de mostrar a través de su trabajo el sitial privilegiado que detentan, ante lo que sus ingresos son sólo una consecuencia y no un fin que los deja un escalón por sobre “el común de los mortales”.

En un momento en que comienzan a aflorar críticas en un sentido más profundo contra nuestro sistema institucional -siendo las redes sociales sólo son uno de los tantos catalizadores- parece inaceptable que quienes se dicen nuestros representantes olviden siquiera cuidar las formas, pasar por sobre su mandato constitucional (legislar) y aparecer primero reajustando sus asignaciones entre “gallos y media noche” mientras leyes duermen por años a la espera de una discusión en sala.

Estos hechos pusieron en el ojo del huracán al Senado, pero no debemos ir mucho más lejos para encontrar situaciones similares en el resto de la institucionalidad del país.

El llamado es a cuidar la estabilidad que tan esquiva nos resultó durante el siglo XX, construyendo un país para todos, en una sociedad de igualdad y no en la que algunos parecen -citando a George Orwell en La Granja de los Animales- “más iguales que los otros”.

Daniel Torres es alumno de periodismo y Ciencias Políticas de la Universidad del Desarrollo en Concepción. Actualmente se desempeña como pasante en BioBioChile.