Un ejemplo de innovación tecnológica es el proyecto “Recuperación del ácido nicotínico con fines agroforestales basado en colillas de cigarro” que lidera Daniel Sandoval, ingeniero civil en Biotecnología de la Universidad San Sebastián y académico de esta casa de estudios superiores. La iniciativa, que incluye el lanzamiento de la marca Smokebox, es impulsada por Innova Bío Bío y cuenta con el patrocinio de la Unidad de Proyecto Capital Semilla de la USS.

El autor del proyecto dice que, de acuerdo a estadísticas entregadas por Conama, un 10% de la basura generada por las personas corresponde a colillas de cigarro. “Una colilla que se tira en cualquier lugar contamina 20 litros de agua, los que no se pueden volver a utilizar porque dentro de la colilla hay residuos muy tóxicos como alquitranes y metales pesados. Además, su degradación es un proceso muy lento”.

Tomando en consideración lo anterior, Sandoval y un equipo multidisciplinario presentaron en la Octava Convocatoria de Innovación Emprendedora de Innova Bío Bío un proyecto para reciclar colillas de cigarro. La primera etapa consistió en diseñar un receptor para recogerlas.

En conjunto con la Escuela de Diseño, crearon un contenedor que “genera ciertas emociones en el fumador que lo incentivan a botar en él la colilla de cigarro”. Al interior hay un receptáculo donde se van acumulando estos desechos que tendrán, posteriormente, un buen destino.

En el laboratorio, tras neutralizar la toxicidad de la colilla, obtienen el ácido nicotínico, que permite elaborar un plaguicida contra el pulgón, la babosa y la conchilla. “Es un conocimiento popular que ahora se está transfiriendo a una etapa más tecnologizada. Ese líquido se dosifica y es una materia prima para la fabricación de pesticidas, que van a competir con sustancias químicas que ahora están vetadas y que son sumamente tóxicas como el dimetoato y permetrina”.