El papa Benedicto XVI presidió el domingo por la mañana la procesión y la misa de Ramos en la plaza de San Pedro en presencia de miles de fieles reunidos para esta celebración con la que se inicia la Semana Santa.

Por tercer año consecutivo, el Papa atravesó la muchedumbre a bordo de su “papamóvil” hasta el altar instalado junto del obelisco situado en el centro de la plaza de San Pedro. Cerca del obelisco, se instaló un jardín con 13 olivos.

Benedicto XVI, que cumplirá 85 años el 16 de abril y regresó el jueves de un periplo de seis días por México y Cuba, parecía en forma.

El Papa, con prendas litúrgicas rojas (símbolo de la vida), bendijo los ramos de la muchedumbre, compuesta en su mayoría por miles de jóvenes, pues el domingo de Ramos coincide con la “jornada mundial de la juventud” celebrada por los católicos del mundo entero en cada diócesis.

El Papa subió las escalinatas frente a la basílica de San Pedro, donde celebró la misa del domingo de Ramos, una jornada que describió como “el gran pórtico que nos lleva a la Semana Santa”.

En su homilía, el Papa preguntó: “¿Quién es para nosotros Jesús de Nazaret? ¿Qué idea tenemos del Mesías? ¿Qué idea tenemos de Dios? Esta es una cuestión crucial que no podemos eludir, sobre todo en esta semana en la que estamos llamados a seguir a nuestro Rey, que elige como trono la cruz”.

“Estamos llamados a seguir a un mesías que no nos asegura una felicidad terrena fácil, sino la felicidad del cielo, la eterna bienaventuranza de Dios. Ahora, hemos de preguntarnos: ¿Cuáles son nuestras verdaderas expectativas? ¿Cuáles son los deseos más profundos que nos han traído hoy aquí para celebrar el domingo de Ramos e iniciar la Semana Santa?”.

La fiesta de Ramos, con la que los cristianos inician la Semana Santa, conmemora en el cristianismo la entrada de Cristo a Jerusalén, recibido por una muchedumbre que agitaba ramos de olivo, a unos días de la Pascua judía.

Esta jornada precede, según los evangelios cristianos, la detención, crucifixión y resurrección de Jesús.