Holanda y Bélgica fueron los primeros países del mundo a legalizar la eutanasia en 2002, y diez años más tarde ese recurso es practicado a más de 4.000 pacientes a cada año, principalmente en casos de cáncer y enfermos de Alzheimer en estado avanzado.

Desde su entrada en vigor en Holanda el 1 de abril de 2002, “el texto de la ley no ha cambiado, pero ha evolucionado la forma en que los médicos la entienden”, explicó a la AFP la portavoz del Ministerio holandés de Salud, Inge Freriksen.

En Holanda la eutanasia es autorizada en casos en que el paciente la solicita en plena posesión de sus facultades mentales y demuestra que es víctima de sufrimientos “insoportables e interminables” debido a una enfermedad incurable.

Alrededor de un tercio de los pedidos “serios” son aceptados por los médicos.

“El concepto de ‘sufrimiento insoportable’ se ha tornado más claro” al cabo de los años, destacó Eric van Wijlick, uno de los responsables de la Sociedad Real de Médicos (KNMG), que representa más de la mitad de los médicos holandeses.

En 2011 se realizó por primera en Holanda una eutanasia con un paciente que sufría de Alzheimer en estado avanzado.

“Eso habría sido inimaginable en 2002″, así como la eutanasia de pacientes que sufren de demencia, por ejemplo, sustuvo la portavoz de la Asociación para un Fin Voluntario de la Vida (NVVE), Walburg de Jong.

La absoluta mayoría de los 3.136 enfermos sometidos a eutanasia en 2010 en Holanda era compuesta por enfermos de cáncer. Alrededor del 80% escogió morir en su propia casa.

Siguiendo el ejemplo holandés, Bélgica adoptó el 28 de mayo de 2002 una ley destinada a “sacar la eutanasia de la clandestinidad”, luego de un largo debate entre cristianos y laicos.

En 2011, 1.133 casos de eutanasia fueron registrados, según la Comisión de Control y Evaluación de la Eutanasia, y su número no cesa de crecer. Por razones culturales y de proximidad con Holanda, el 81% de los enfermos sometidos a eutanasia eran de origen flamenco.

“La ley fue positiva porque ha permitido grandes cambios en las relaciones entre pacientes y médicos. Numerosos tabúes sobre el fin de la vida han podido ser levantados”, dijo Jacqueline Herremans, presidente de la Asociación por el Derecho a Morir con Dignidad (ADME), en Bélgica.

La legislación “también permitió a las familias prepararse mejor y aceptar la muerte de sus próximos. Hemos visto que se preparan rituales, como las ceremonias de despedida o de la última cena”, añadió.

Una experiencia limitada

Un médico holandés es enfrentado a un pedido “serio” de eutanasia aproximadamente cada tres años, estimó Van Wijlick,

“La experiencia que ellos pueden acumular es por lo tanto muy limitada y tiene como efecto que seguidamente, por falta de conocimiento, no pueden evaluar correctamente un pedido”, añadió.

“Que envíen al paciente a otro médico si es necesario, pero que no digan jamás que es imposible en virtud de la ley”, recomendó Van Wijlick a los médicos.

Por iniciativa de la NVVE, seis equipos móviles, compuestos por un médico y una enfermera, se desplazan al domicilio de los enfermos incurables para practicar, en el cuadro de la ley, las eutanasias rechazadas por los médicos de cabecera.

Una centena de pedidos ya han sido recibidos por esos equipos, dijo De Jong.

Por esos pacientes, la eutanasia es el centro de las conversaciones con los médicos, ya que se trata de una “solución última”, lamentó la Sociedad Real de Médicos.

“Para algunas personas que expresan el deseo de morir, la muerte no es siempre la mejor solución”, aseguró Van Wijlick.