El rugby Seven tiene ya la mirada puesta en los Juegos Olímpicos de Rio-2016, donde los jugadores y entrenadores de este deporte, tan espectacular como poco mediático, esperan salir de la sombra del rugby tradicional, convirtiéndose por fin en protagonista.

Hong Kong acogió este fin de semana una ‘cumbre’ de los mejores equipos de este deporte, con la sexta etapa del Circuito Mundial de la categoría, que ganó Fiyi, el verdugo de Argentina en los cuartos de final, al superar en la final a Nueva Zelanda (35-28).

De forma paralela tuvo lugar otro torneo con doce equipos, para determinar tres pasajes para disputar el Circuito Mundial de 2013, un honor que tendrán Canadá, España y Portugal, que esperan que esa circunstancia les permita dar el gran salto y mejore su nivel, pensando siempre en la cita de Rio en 2016.

En 2009, el Comité Olímpico Internacional (COI) hizo del rugby Seven un deporte olímpico pensando en la cita de 2016, en lo que supondrá el regreso de la disciplina a los Juegos, después de que la última participación tuviera lugar con el rugby tradicional en París-1924.

Esa inclusión en los Juegos Olímpicos de dentro de cuatro años ha hecho que la International Board (IRB), el órgano supremo del rugby, considere ya a la modalidad de Seven como una perfecta “tarjeta de visita”, para conseguir que los deportes del balón oval consigan más reconocimiento mundial.

Aunque el Seven ya tiene su propio Circuito Mundial, compuesto para varias etapas en varios países, y forma parte de eventos importantes como los Juegos de la Commonwealth, el paso al programa olímpico abre una nueva dimensión en su proyección pública.

“Hay un gran reconocimiento para el Seven en Australia. Allí es un auténtico fenómeno”, explica el entrenador ‘Wallaby’ Michael O’Connor, que dice que ha percibido cambios en la forma de jugar desde que se conoció la noticia de su inclusión en los Juegos de 2016.

“Una medalla olímpica aumentaría el pedigrí del equipo de Seven”, estima por su parte el capitán neozelandés, DJ Forbes, sobre su equipo, a menudo ninguneado ante el esplendor de los ‘All Blacks’, campeones mundiales del rugby tradicional.

La ex estrella de los kiwis Tana Umaga apuntó que Nueva Zelanda tiene que preocuparse en potenciar el rugby Seven en estos años.

“Mucha gente se va a concentrar en la participación del equipo en el Mundial (de Inglaterra en 2015), pero también muchos deberían estar pendientes del Seven por el prestigio que tienen los Juegos Olímpicos”, dijo.

El rugby a Seven, un deporte rápido, cuenta con un estilo propio y hay sectores que consideran que su desarrollo podría dañar las esencias de la forma de jugar del tradicional, considerando que no es fácilmente compatible el éxito paralelo de ambas disciplinas.

Para otra leyenda viva del rugby neozelandés, el wing John Kirwan, no hay motivo para la preocupación.

“Hace veinte años, el Seven era un juego híbrido y nadie comprendía nada. Ahora, forma parte de este deporte. Si comprendemos los riesgos seremos capaces de remediarlos. Esto aporta nuevos desafíos, pero todos ellos son positivos”, asevera.

El entrenador de la selección inglesa de esta categoría, Ben Ryan, también considera que su deporte tiene más puntos en común que diferencias con respecto al tradicional.

“Es como hacer una analogía entre un peso pesado y un peso medio en boxeo”, resume de manera gráfica Ryan, cuyo equipo cayó ante Fiyi en las semifinales del torneo de Hong Kong, este domingo por 14-7.

“Hay un elemento físico, (los jugadores de Seven) son más rápidos y su velocidad es mejor. Pero al final, todo es rugby. Hay que correr, hacer tackles, estar despierto y ser inteligente”, resume.