Aunque las nubes cubran el cielo, en la central solar de Gemasolar no se preocupa nadie porque gracias a una tecnología única en el mundo, la energía acumulada cuando el sol brilla permite seguir produciendo electricidad de noche o con lluvia.

La central, operativa desde mayo, no pasa inadvertida en la llanura andaluza, en el sur de España.

Su torre iluminada, que se ve desde la autopista entre Sevilla y Córdoba, recoge el reflejo de 2.650 paneles solares de 120 metros cuadrados cada uno, dispuestos en un inmenso círculo de 195 hectáreas.

“Esta es la primera planta en el mundo de estas características: ¡es la primera planta en el mundo que trabaja 24 horas, es una planta solar que funciona tanto de día como de noche!”, asegura Santiago Arias, directeur técnico de Torresol Energy, que gestiona la instalación.

Su mecanismo “es muy fácil de explicar”: los paneles reflejan el sol sobre la torre, transmitiéndole “una concentración de energía como 1.000 veces la que tenemos ahora mismo al nivel del suelo”.

La energía se almacena en una cuba llena de sales fundidas, a una temperatura superior a los 500 grados. Las sales servirán después para producir un vapor que hace funcionar una turbina y fabricar así electricidad, como en una central termosolar clásica.

Es esta capacidad de almacenar energía lo que hace diferente a Gemasolar, ya que permite que “durante la noche, sigamos produciendo electricidad con la energía acumulada durante el día”, precisa Santiago Arias.

Así, “utilizo esta energía de la forma que a mí me interesa y no como me dicta el sol”.

El balance es muy positivo: la central “produce un 60% más de energía comparado con una planta que no tiene almacenamiento”, ya que puede funcionar 6.400 horas al año, frente a las entre 1.000 y 2.000 horas de las otras centrales solares.

“La cantidad de energía que producimos nosotros anualmente es el equivalente al consumo de energía promedio de 30.000 hogares españoles, con lo cual estaríamos hablando de una zona residencial, de una zona de unas 90.000 personas”, explica Arias, es decir, un ahorro de 30.000 toneladas de CO2 anuales.

Impulsadas por un generoso sistema de ayudas públicas, las energías renovables han conocido un auge fulgurante en España, número dos mundial de la energía solar y primer productor eólico en Europa, por delante de Alemania.

En el proyecto de Gemasolar también han participado inversores extranjeros: Torresol Energy es una empresa formada por el grupo español de ingeniería Sener (que detenta el 60% del conjunto) y la sociedad de energías renovables Masdar, financiada por el gobierno de Abu Dhabi.

Y es que “este tipo de plantas, de momento, resultan caras, no por la materia prima que es gratis, la energía solar, sino por la enorme inversión que requieren”, reconoce Arias. La factura ha superado los 200 millones de euros.

Pero “el día en que la compañía devuelva el dinero al banco (en unos 18 años, calcula), esta planta se convierte en una máquina de fabricar billetes de 1.000 euros”, asegura, recordando que el precio del petróleo, que era de 28 dólares en 2003, roza ahora los 130 dólares.

En el corto plazo, no obstante, la crisis ha proyectado una sombra sobre este tipo de instalaciones: España, al borde de la recesión e inmersa en un esfuerzo de rigor presupuestario, acaba de suspender las ayudas a las nuevas centrales de producción de energías renovables.

“Tenemos tres proyectos listos, pero parados” por esta suspensión, dice Arias, que confiesa también que, en un contexto de contención mundial, no ha logrado vender fuera de España la tecnología de Gemasolar, a pesar del enorme interés suscitado en otros países.