Unos científicos iniciaron una misión para observar con un submarino la fosa de Japón, zona de deslizamientos de placas tectónicas donde se originó el sismo y el enorme tsunami que arrasaron el noreste del archipiélago hace ahora un año.

Científicos alemanes y japoneses utilizan un vehículo equipado con cámaras y toda una serie de instrumentos para sondear los fondos marinos hasta 7.000 metros de profundidad.

Este aparato autónomo evolucionará en las inmediaciones del epicentro de las sacudidas sísmicas de magnitud 9 que causaron un maremoto de más de 15 metros en el litoral pacífico del archipiélago, con un balance de 19.000 muertos, y dañó la central atómica Fukushima Daiichi.

“Queremos desplegar instrumentos en el suelo oceánico para cartografiar la zona y comprobar los grandes cambios provocados por el terremoto”, declaró a la AFP Gerold Wefer, director del proyecto.

Los datos recogidos durante un mes en la falla que se extiende sobre cientos de kilómetros deben ayudar a comprender el mecanismo de los sismos y tsunamis susceptibles de reproducirse.

Según Wefer, director del Centro de Cambios Ambientales de la Universidad de Bremen, los científicos van a ver “enormes fisuras en las rocas”. El terremoto “las hizo pedazos” y se han liberado fluidos y gas en el océano, explica.

El aparato utilizado, de 5,5 metros de eslora, parece un submarino de pequeñas dimensiones y está dotado con sonares multihaz.

El barco desde el que se lanza el vehículo autónomo está equipado con ecosondeadores y permitirá levantar varios mapas de las profundidades submarinas cerca de la fosa de Japón que bordea la isla principal de Honshu.

Las nuevas representaciones geográficas serán comparadas con las realizadas antes del “gran sismo del Este” (nombre oficial de la catástrofe del 11 de marzo) para analizar lo ocurrido bajo el mar en el momento de las trepidaciones telúricas.

El epicentro del sismo estaba situado en el Pacífico, a unos 130 km de las costas de Honshu, donde la placa tectónica oceánica se desliza debajo de la plaza euroasiana que sostiene a Japón.

El submarino radioguiado de 3,5 toneladas va a instalar instrumentos que luego permitirán medir con más precisión los movimientos terrestres en esta zona de fuerte actividad.

La misión también recogerá muestras de sedimentos de la región de la fosa, con la esperanza de realizar estimaciones de la posibilidad de nuevos temblores fuertes.

“Las previsiones de terremotos son extremadamente difíciles con las tecnologías y los datos actuales”, recuerda Shuichi Kodaira, del Instituto de Investigación sobre la Evolución de la Tierra en la Agencia japonesa de Tecnologías Marinas y Terrestres.

“Pero lo que podemos hacer sin embargo es intentar entender la historia y la recurrencia de los grandes terremotos en la fosa de Japón utilizando datos de esta expedición y otras anteriores”, añade.

Los científicos advierten de que Japón parece haber entrado en una nueva etapa de acumulación de tensiones que podrían augurar otro sismo devastador.