La actual edición de la feria tecnológica de Hanóver (Alemania) permite presenciar un espectáculo de striptease imitado por humanoides de metal blanco y cabeza cúbica o hacerse retratar por otro robot que no omitirá la menor arruga.

Uno de los stands más concurridos del salón que tiene lugar en Hanóver (noroeste de Alemania) hasta el sábado es el de los humanoides que protagonizan un espectáculo de “baile del caño”.

Dos robots de metal blanco y cabeza cúbica serpentean en torno a un caño como si se tratara de un verdadero espectáculo de striptease. Los mueven viejos motores de automóvil y están dirigidos por control remoto. Cada uno de estos humanoides reciclados cuesta unos 30.000 euros.

Otro stand sumamente concurrido es el del instituto alemán Fraunhofer que presenta un “robot dibujante”, capaz de hacer un retrato en un plazo de tres a 10 minutos a partir de una foto en blanco y negro.

No obstante, el “artista” no omite ninguna arruga ni atenúa la forma de una nariz, le guste o no a la persona retratada, contrariamente a los retratistas de la plaza de Tertre, en París, también llamada “plaza de los pintores”, de los cuales se inspiraron quienes diseñaron al “robot dibujante”.

Este robot, que se diseñó para un uso científico, cuesta por lo menos 40.000 euros.

En cambio, el precio del automóvil que se acorta, un coche de dos plazas que parece un juguete dirigido por control remoto, no se dio a conocer.

Este automóvil, que tiene un motor eléctrico, mide 2,1 metros de largo, pero es capaz de acortarse, encogiendo hasta 50 centímetros, y de estacionar de costado, ya que sus ruedas pueden orientarse en cualquier dirección.

Según sus fabricantes, este prototipo logra evitar los choques, maniobra solo y puede ir a esperar a su dueño a la oficina.

Para Timo Birnschein, del centro alemán de inteligencia artificial, este tipo de coche se podrá fabricar en serie “dentro de cinco o seis años”.

Por otra parte, en el futuro, las oficinas tal vez cuenten con un “cielo virtual”, compuesto por pantallas con diodos, capaces de realizar 16 millones de combinaciones de colores.

Matthias Bues, del instituto Fraunhofer, quien diseñó este “cielo”, asegura que “varias empresas dijeron que les interesaba mucho” un sistema de este tipo. Los paneles de 50 centímetros cuadrados que lo componen cuestan unos 1.200 euros cada uno.

Además, la empresa danesa “phoneclip” diseñó un “gancho” que permite colgar un smartphone en cualquier parte (pared del baño o empuñadura), mientras que la alemana getDigital confeccionó un reloj despertador que sólo deja de sonar cuando se logra alcanzar un pequeño objetivo con un haz de rayo láser.

Por último, la empresa suiza Koubachi diseñó un captor para ayudar a los jardineros. Así, si a una planta le falta agua y recibe demasiado sol, el captor envía un mensaje electrónico a quien tiene que encargarse de ella.