La policía londinense desmanteló la madrugada del martes el campamento de “indignados” instalado desde hace más de cuatro meses frente a la catedral de San Pablo, en pleno corazón de Londres, pero ellos prometieron seguir denunciando las derivas capitalistas.

Veinte personas resultaron detenidas durante el desalojo, que se llevó a cabo sin incidentes destacados.

Un nutrido grupo de policías y funcionarios judiciales intervinieron pasada la medianoche, y en unas horas retiraron el alrededor de medio centenar de tiendas instaladas por los activistas de “Occupy LSX” (Ocupad la Bolsa de Londres) frente a las escalinatas del templo anglicano.

El desmantelamiento se produjo menos de una semana después de que una corte estimara que la orden de desalojo obtenida por las autoridades municipales era “legal y justificada” y negara a los manifestantes la posibilidad de apelarla.

En un intento por retrasar la evacuación, algunos manifestantes se esposaron a unas estructuras de madera, pero el resto del campamento quedó rápidamente reducido a un amontonamiento de colchones y tiendas de campaña.

“Es lamentable que se tuviera que llegar a un desalojo pero el veredicto del Tribunal Superior habla por sí solo”, declaró Stuart Fraser, uno de los responsables de la Corporación que gobierna el distrito financiero de Londres.

“El lugar ha sido despejado y está siendo sometido a una limpieza en profundidad”, agregó tras la operación.

Para un portavoz de Occupy LSX, Gerge Barda, lo más importante es que la operación fue “pacífica”.

En noviembre pasado, la policía neoyorquina desmanteló por la fuerza el campamento instalado en el parque Zuccotti de la ‘Gran Manzana’ por el movimiento “Occupy Wall Street”, en el que se inspiraron los activistas londinenses.

Desde entonces, Londres presumía de ser el principal bastión de los “indignados” en el mundo.

“Occupy LSX” instaló su campamento el 15 de octubre, coincidiendo con la primera manifestación mundial de este movimiento para protestar contra la crisis, los recortes y los excesos del capitalismo, y el número de tiendas llegó en un momento a las 200.

La instalación del campamento provocó profundas divisiones y tres dimisiones en la jerarquía de la Catedral, que por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial se vio obligada a cerrar sus puertas durante una semana a finales de octubre por motivos de higiene y de seguridad.

Las autoridades de San Pablo, que el martes por la mañana acordonaron una zona aledaña para efectuar reparaciones, dijeron “lamentar” que el campamento hubiera tenido que ser evacuado por funcionarios pero se comprometieron a “seguir promoviendo” cuestiones como la justicia económica y social.

Además de la catedral, los “indignados” londinenses fueron igualmente desalojados de un edificio abandonado que habían bautizado “banco de ideas” y que usaban para diversas actividades.

Pero mantienen todavía un campamento hasta ahora más pequeño en Finsbury Square, no muy lejos de San Pablo, que el martes mostraba hasta 60 tiendas.

“Esto no es el principio del fin sino el final del principio”, anunció George Barda, de 36 años, prometiendo “ocupar más espacios públicos”.

El grupo aseguró por otra parte en su página de internet que “ya había planes en marcha”, y que estos eran “ambiciosos”. “Todo será revelado a su debido tiempo. Mayo es uno de nuestros meses favoritos”, agregaron.

El 15 de mayo se celebrará el primer aniversario del movimiento de “indignados”, que arrancó con una protesta de jóvenes españoles en la emblemática Puerta del Sol de Madrid, antes de propagarse a través de las redes sociales y de extenderse por el mundo.