El urgente desafío de lograr un crecimiento sostenible y equitativo requiere soluciones de la misma dimensión y velocidad de los problemas. El Estado y la sociedad civil tienen un papel fundamental: el Estado, definiendo y haciendo cumplir las reglas del juego para todos, y la sociedad civil llevando a la agenda pública los temas y asuntos que requieren cambios para corregir desigualdad y pérdida de ecosistemas. Son dos actores cruciales en la construcción de sociedades, pero su acción no es suficiente.

Las empresas son el principal actor del desarrollo económico pues son los generadores de riqueza en las economías, y tienen gran capacidad de lograr resultados. El mercado es un medio muy eficaz para repartir bienes y servicios, pero no basta para repartir justicia o construir equidad. Por esto es indispensable que tengamos buena regulación, con altas exigencias que permitan controlar o reducir el impacto social y ambiental de la acción de las empresas, y con controles serios y predecibles para permitir a los empresarios planear sus gastos e inversiones con tiempo y de forma adecuada para no afectar el avance de sus proyectos.

El dilema del crecimiento económico vs las exigencias ambientales

El debate sobre el efecto de las exigencias ambientales en el crecimiento económico se da a nivel de los países, y se reproduce al interior de las empresas. Es necesario empezar por recordar que las empresas utilizan recursos naturales, aire, agua, suelo, paisaje, biodiversidad, y servicios de los ecosistemas, recursos que son bienes públicos, de propiedad de todos los habitantes, para producir, distribuir y vender bienes y servicios que son la fuente de rendimientos financieros para el capital.

No existen estudios macro económicos del impacto producido por las normas ambientales sobre el crecimiento de las economías latino americanas, entre otras cosas, porque muy pocas empresas tienen una contabilidad ambiental que les permita evaluar de forma seria los posibles incrementos de costo en razón de exigencias ambientales mayores.

Dan Reicher, director del Steyer Taylor Center for Energy Policy & Finance de la Universidad de Stanford, manifestó en días pasados en el Congreso de los EEUU, que la experiencia desde 1970 de los controles de emisiones al aire y exigencias de eficiencia energética demuestran que la regulación bien concebida y ejecutada no solo estimula la innovación tecnológica, sino que incluso puede llevar a menores costos para los consumidores.

Entre los pocos estudios sobre el tema resalta el análisis del profesor Meyer de MIT, quien estudió la relación entre altas exigencias ambientales y crecimiento económico en todos los Estados de los EEUU desde 1980 hasta 1995, una época de gran crecimiento industrial en los EEUU. El profesor Meyer concluyó que ni el desempeño de la economía nacional ni el desempeño de la economía estatal fueron afectadas de forma significativa por las altas regulaciones ambientales.

Meyer analizó indicadores como producto interno bruto, crecimiento del empleo industrial, tasas de quiebra de empresas, considerando incluso las épocas de recesión y las épocas de crecimiento económico, y encontró que lo que se puede asociar con altas exigencias ambientales es más bien el crecimiento del empleo, y no la pérdida de empleos. Los Estados de los EEUU con mayores exigencias ambientales tuvieron tasas de crecimiento del empleo 0.6% superiores a los que tenían menores exigencias ambientales entre 1982 y 1989.

Entre otras razones, algo que según Meyer puede explicar estos resultados, es que los costos ambientales son en realidad marginales frente a otros factores de producción, como pueden ser los impuestos o los costos laborales, o los costos asociados a riesgos como la corrupción o la incertidumbre. Meyer encontró que los costos ambientales son en general menores del 2% del total de los costos de producción, lo cual es consistente con mi experiencia profesional en América Latina.

Adicionalmente, el gurú de Harvard, Michael Porter, propone la hipótesis de que las estrictas exigencias ambientales son una fuente importante de innovación. Esta hipótesis ha sido estudiada por académicos en Europa y EEUU, y sería interesante estudiar su aplicación en América Latina.

María Emilia Correa

María Emilia Correa

La realidad, sin embargo, es que mientras las empresas no mantengan contabilidades ambientales de forma seria y juiciosa, lo que tenemos es una discusión sobre prejuicios y no sobre información objetiva. Vale la pena promover este ejercicio para poder estimar seriamente el costo real de las altas exigencias ambientales sobre el crecimiento de la economía.

Mientras tanto, tenemos solamente los resultados de análisis académicos de los EEUU, que indican que altas exigencias ambientales están asociadas más bien con crecimiento del empleo.

María Emilia Correa, es socia de TriCiclos y presidenta del Directorio de Fundación Casa de la Paz

Abogada de la Universidad de los Andes, Colombia, Master of Arts en sociología de The New School for Social Research, NY.

Socia de Triciclos (triciclos.cl), experta en sostenibilidad, en emprendimientos y grandes empresas. Socia, Guayaki (guayaki.com), fundadora Sistema B (sistemab.org), Presidenta del Directorio de la Fundación Casa de la Paz (casadelapaz.cl), miembro del Consejo Internacional de la Fundación Alisos (alisos.net) y del Consejo de Tropical America Katoomba group (katoomba.org).