La superpoblación y las pugnas entre cárteles han convertido en una bomba de tiempo a las cárceles de México, sobre todo del norte del país, donde un nuevo incidente que dejó tres muertos el martes, a dos días de la fuga de 30 narcos y la masacre de 44 rivales con la complicidad de vigilantes.

Al anochecer del martes, familiares de los presos encendieron fogatas y se enfrentaron con policías lanzándoles piedras frente al penal de Apodaca, donde ocurrió la fuga y masacre del domingo, exhibieron imágenes por la televisión.

Según la televisión, los enfrentamientos se desataron después de difundirse versiones indicando que las autoridades iban a iniciar el traslado de algunos de los presos más peligrosos de Apodaca hacia otras cárceles.

La crisis en las cárceles de la tercera ciudad mexicana cobró tres víctimas más en la madrugada de este martes, que fueron asesinadas apenas unas horas después de ingresar a la cárcel de Topo Chico, también en la zona metropolitana de Monterrey, en una aparente venganza contra los detenidos acusados de secuestro.

En reacción a la fuga y el crimen, el peor ocurrido en penales de México en los últimos años, el secretario de Gobernación (interior), Alejandro Poiré, anunció en la tarde que antes de finalizar el año aumentará la capacidad de las cárceles federales en casi 27.000 cupos, con la entrada en funcionamiento de ocho penales nuevos.

“La ampliación de la capacidad, estará acompañada por políticas de apoyos y subsidios a las autoridades locales para el fortalecimiento de su infraestructura en materia de seguridad”, dijo el secretario.

Las cárceles mexicanas, sobre todo en el norte del país donde los presos suelen ser separados en patios según la organización criminal a que pertenezcan, ha sido escenarios de riñas, motines y asesinatos que este año dejaron hasta la fecha 75 muertos, frente 171 en 2011, según cifras de la estatal Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

“Esta es una bomba de tiempo que ya se había denunciado oportunamente. Aquí en los penales gobierna el crimen organizado”, consideró José Antonio Ortega Sánchez, presidente del Consejo Consultivo de Seguridad Pública y Justicia Penal.

“Se sabe que las prisiones funcionan de manera muy ineficiente y que la corrupción es uno de los principales conflictos. Desgraciadamente, el Estado ha sido incapaz de revertir carencias y esas situaciones prevalecen”, señaló Guillermo Aguirre, de la CNDH.

Las 430 cárceles de México albergan a 230.000 reos aunque su capacidad era de 185.000 a julio de 2011. La superpoblación es más fuerte en las cárceles del norte del país, donde además el cártel de “Los Zetas” ha demostrado un poder intimidatorio sobre las autoridades carcelarias.

Precisamente, el domingo 30 miembros del cártel de “Los Zetas” se fugaron, mientras compañeros del mismo grupo asesinaban a 44 reos vinculados a los rivales del “Cártel del Golfo”, con la complicidad de los custodios, según las autoridades.

Las matanzas, fugas y otros delitos en los penales muestran en esta región que los delincuentes mantienen formas de autogobierno en los reclusorios, incluso sometiendo a quienes debían vigilarlos, consideró Consuelo Morales, coordinadora de Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (Cadhac).

“Es lamentable que los custodios terminen siendo empleados de la delincuencia organizada, es una señal clara de que las autoridades ya quedaron rebasadas”, dijo a la AFP la religiosa.

La Oficina de Derechos Humanos de la ONU pidió al gobierno mexicano “una investigación exhaustiva e independiente”, en una nota firmada en Ginebra por la portavoz Ravina Shamdasani, quien agregó que “se deben tomar todas las medidas necesarias para prevenir que estos ataques vuelvan a producirse”.