Familiares de las víctimas del incendio del penal hondureño que dejó 359 muertos son sometidas a pruebas de ADN y atención psicológica, ante la dificultad que enfrentan los forenses para identificar los cuerpos calcinados y entregarlos para su sepultura, informaron expertos este domingo.

Bajo una extensa tienda de campaña verde olivo, montada en un polvoriento campo de fútbol de un instituto de formación profesional -en el este de Tegucigalpa-, 30 técnicos de Medicina Forense toman datos y extraen las muestras a padres e hijos de la víctimas, para luego darles asistencia psicológica.

“Nosotros queremos que nos lo entreguen ya para irnos a la casa”, dice luego de que le extrajeron sangre María Reina Bueso, de 46 años, y quien resignada espera el cuerpo de su hijo José Manuel, de 23 años, para velarlo y enterrarlo.

En la Morgue Judicial de Tegucigalpa, adonde fueron llevados los cadáveres desde Comayagua -distante 90 km-, la labor es lenta. Los cuerpos son identificados a través de huellas dactilares y a los que estén calcinados o muy descompuestos les practican pruebas de ADN.