“Challa, trágico accidente donde perdieron la vida 44 personas”, señala una lápida metálica debajo de una cruz en la zona de Challa, en la vía a Yungas, conocida como la “carretera de la muerte” en Bolivia, una de las más peligrosas del mundo.

“Desde hace tiempo se conoce como ‘carretera de la muerte’”, dice a la AFP el chofer Javier Coarite, quien conduce un Volvo de diez ruedas. El camionero tiene sólo 33 años, pero lleva diez transitando este camino, donde se han registrado 100 muertos por año.

La ruta más peligrosa de Bolivia nace en La Paz, a 3.600 metros de altura, sube en dirección noreste hasta La Cumbre, en la Cordillera Oriental de los Andes, a 4.000 metros, y luego desciende a poblados como Yolosa, Coroico, La Asunta, Chulumani o Caranavi hasta los 600 metros, en decenas de ramales que se bifurcan por pueblos de la zona de los Yungas, uno de los centros cocaleros del país.

En total son 400 kilómetros de auténtico peligro: curvas cerradas, barrancos de hasta 400 metros de profundidad, quebradas, pasos angostos, puentes y hasta cascadas que caen sobre la misma ruta, que en algunos puntos sólo permite el acceso de omnibuses o camiones con un ancho de eje de 3,5 metros.

En esta transitada carretera, si en algún momento se cruzan dos omnibuses o camiones en sentido contrario, el que se dirige de La Paz a Yungas debe retroceder hasta alguna curva o un trecho más ancho que le permita dar paso al otro vehículo.

En algunos casos, un acompañante o ayudante, desde fuera del automotor, dirige al conductor con movimientos de manos y brazos, mientras los ocasionales pasajeros con frecuencia se encomiendan a Dios.

Pero a veces los choferes utilizan solo sus retrovisores para dar marcha atrás, una maniobra que puede ser fatal.

En Challa, 110 km al noreste de La Paz, se registró el 27 de junio de 2002 uno de los más grandes accidentes de tránsito en Bolivia, con 44 muertos, cuando un autobús que retrocedía se despeñó por el barranco.

Una lápida metálica debajo de una cruz conmemora la tragedia, pero a lo largo del camino, decenas de cruces y lápidas como ésa recuerdan a los que perdieron la vida en el camino.

“Esta es una mala carretera, porque siempre hay accidentes, hay muchas curvas, llueve, hay neblina, es bien angosto”, explica el conductor Daniel Sánchez, quien maneja un taxi de pasajeros desde La Paz hasta Caranavi, uno de los principales poblados de ingreso a la Amazonia boliviana.

Sólo un tramo de 90 km es asfaltado, pero el resto es de tierra apisonada que apenas soporta los fuertes temporales y el trajín de vehículos pesados, lo que incrementa el riesgo de derrumbes.

Es un sector permanentemente afectado por la lluvia, las bajas temperaturas y una constante neblina que impide la visibilidad de los conductores a más de 10 o 15 m de distancia. Por razones de seguridad, los automotores sólo se mueven hasta 20 o 30 km/h, pero no faltan los irresponsables.

El tramo más peligroso, La Cumbre-Unduavi-San Juan-Yolosa, de 67 kilómetros, comienza en los 4.000 m de altura y termina en los 1.200, pero su tráfico de automotores ha bajado al mínimo, pues el Estado construyó una ruta alterna asfaltada y más ancha.

La fama de la ruta es tan grande que hasta se inventó en Estados Unidos el videojuego “Extreme Trucker” (camionero extremo) que simula parte de la vía. En el marcado boliviano sólo se comercializan copias piratas a 10 bolivianos (1,4 dólares).

Pero algunos convierten el miedo en aventura: decenas de turistas utilizan diariamente esta carretera, a la que también conocen como “death road” (camino de la muerte), para descender en bicicletas, en una atractiva oferta de deporte extremo que explotan empresas privadas locales.

“Es una carretera increíble, muy emocionante, con una naturaleza muy hermosa”, afirma el alemán Max Menzel, de 29 años, estudiante de derecho en Bonn, y a quien le ha llevado cuatro horas recorrer todo el tramo con un grupo de amigos.

“Tenemos accidentes, por eso los turistas tienen miedo, pero les gusta el riesgo. He visto varios accidentes con muertes y por eso se conoce como carretera de la muerte”, señala el guía turístico César Orihuela de 34 años y ocho años en el rubro.

Pero un mayor control y la prohibición de viajar en horarios nocturnos redujeron las fatalidades. Según la Policía de Tránsito, en 2011 se produjo la menor cantidad de accidentes de los últimos años: 116 siniestros que dejaron 29 muertos y 155 heridos. Hasta hace unos lustros se registraban, en promedio, 100 muertos por año.

Para recordar, dejamos un video captado mediante un celular y subido el 30 de diciembre pasado, como muestra de un impactante accidente en la “carretera” de Bolivia:

http://youtu.be/mp9QofT8QNo