“¡Vamos los Gigantes! ¡Vamos los Gigantes!”, gritan eufóricos los fanáticos con camiseta azul o blanca en el Blind Pig, uno de los tantos bares de Manhattan donde la gente vivió el agónico triunfo del equipo de Nueva York en el Superbowl celebrado el domingo.

“Hombre, ya vi esta película en 2008. Ellos pudieron haber liquidado el partido pero no lo hicieron. Nos dejaron con vida. Y aquí estamos. ¡Somos los mejores otra vez!”, dice Matthew Ferrara, un estudiante de 23 años, tras la victoria de los Gigantes ante los Patriotas de Nueva Inglaterra 21-17 en la final de football estadounidense de la NFL en Indianápolis.

En 2008, los Gigantes habían obtenido el Superbowl ante el mismo rival a segundos del final del partido. Esta vez, el touchdown de la victoria llegó con menos de un minuto por jugar.

Bares y restaurantes de toda Nueva York ofrecían el domingo promociones especiales y menúes vinculados con la finalísima de uno de los deportes más amados por los estadounidenses y en la que uno de los dos equipos de la ciudad (el otro es los Jets) buscaba su cuarto título.

En el Blind Pig, en el East Village, más de 100 personas -casi tantas chicas como chicos- pagaron la entrada de 10 dólares (con un trago gratis a cambio) para seguir el partido a través de nueve pantallas planas.

“¿Están listos para el Superbowl?”, pregunta poco antes del inicio del partido un joven con la camiseta de los Gigantes desde lo alto de la barra. “¡Síiiii!”, responde la muchedumbre alzando sus cervezas.

Las cosas empiezan bien para los Gigantes y la gente estalla cuando Víctor Cruz marca el primer touchdown del partido, aunque el bar se enfría a medida que los de Nueva York se desinflan y cuando Danny Woodhead pone adelante a los Patriotas casi al cierre del primer tiempo, cae un silencio de muerte.

Por suerte, el espectacular show del entretiempo y Madonna devuelve el alma al cuerpo a los aficionados. Las meseras bailan en la barra y reparten camisetas mientras la gente canta los hits de la diva pop.

Al iniciarse el segundo tiempo, los Patriotas se escapan en el marcador, pero los Gigantes se recuperan y todo el bar contiene el aliento en el último cuarto hasta que llega el touchdown de Ahmad Bradshaw con menos de un minuto que le da el triunfo al equipo de Nueva York.

“Honestamente en un determinado momento del segundo tiempo no creí que los chicos pudiesen ganar. Pero dieron vuelta el partido de manera increíble”, dice Lisa O’Connell, de 30 años y que trabaja como empleada de un comercio de ropa, como si todavía no pudiese creer lo que acaba de ver.

La expectación que vivió la ciudad quedó reflejada desde temprano en la edición dominical de sus dos tabloides más vendidos, con el New York Post llevándose las palmas.

Este diario colocó en su portada una foto gigante del mariscal de campo Eli Manning con el título “Apoyados sobre los hombros de GIGANTES”, en referencia a una famosa frase atribuida a Bernard de Chartres, un pensador del siglo XII, y a Isaac Newton, y que también es el nombre de un álbum del grupo pop británico Oasis con una foto de Manhattan con el Empire State en primer plano.

La ansiedad era tal que el sitio internet oficial de los Giants dio a su equipo vencedor por adelantado el sábado debido a un error que fue corregido poco después, indicó el NY Daily News.

Tras el partido, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, anunció que el martes habrá un desfile en honor de los campeones del Superbowl 46: “El gran azul nos dio un partido para el recuerdo y el martes nosotros les daremos un desfile para el recuerdo”, indicó en un comunicado.