El ministro brasileño de Ciudades, Mario Negromonte, dimitió el jueves, convirtiéndose en el séptimo que deja su cargo ante denuncias de corrupción en el gobierno de Dilma Rousseff, iniciado hace poco más de un año, informó la Presidencia.

Negromonte, del Partido Progresista (PP, aliado del gobierno) y su ministerio, responsable de monitorear los proyectos de movilidad urbana para el Mundial de fútbol 2014, fueron centro de un desgastante proceso de denuncias de irregularidades en la prensa, que se arrastró por varios meses.

Su sucesor será el actual líder de su partido en la Cámara de Diputados, Aguinaldo Ribeiro, señaló la Presidencia en una nota oficial. Ribeiro responde a procesos en la justicia por presuntas irregularidades, según la prensa, aunque fue absuelto en primera instancia.

“La presidenta lo que pidió fue resultados. Tenemos mucho trabajo para vencer los desafíos que tenemos por delante en Brasil, que son complejos, por diferencias regionales, con problemas en varias áreas en los que hay que dar respuestas rápidas”, dijo Ribeiro en una entrevista con el canal Globo News.

El ministerio de Ciudades fue acusado en los medios de irregularidades en un proyecto de transporte en la ciudad de Cuiabá (capital de Mato Grosso, centro oeste), una de las sedes de la Copa del Mundo 2014. El ministro fue acusado además de mantener una reunión con un cabildero antes de una licitación.

Entre junio y diciembre de 2011, seis ministros del gobierno de Dilma Rousseff se vieron forzados a dimitir tras denuncias de corrupción, irregularidades y desvío de dinero en sus carteras, incluidos ministerios claves como el de jefatura de Gobierno y el de Deportes, que comanda la organización de Copa del Mundo 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 en Brasil.

También renunciaron tras ser acusados de irregularidades los ministros de Transportes, Turismo, Trabajo y Agricultura.

Aún así, la presidenta saldó su primer año en el poder con récord de popularidad de 72%, más que sus antecesores Luiz Inacio Lula da Silva y Fernando Henrique Cardoso tras un año de gobierno.

Los brasileños, según mostró la encuesta, están contentos con las buenas perspectivas económicas, y también consideran que Rousseff tiene poca tolerancia con la corrupción.

“Brasil todavía es un país con mucha corrupción” en la vida pública, “pero la transparencia de las cuentas públicas es mayor y el papel fiscalizador de la sociedad también”, destacó a la AFP Gil Castello Branco, secretario de la ONG Contas Abertas, que promueve la transparencia en las cuentas públicas.

Las dimisiones en los ministerios impulsaron la popularidad de Rousseff, pero son una arma de doble filo para la jefa de Estado, que gobierna con una coalición que integra a una decena de partidos.

“La fuerza con la que el gobierno enfrenta la corrupción no es la misma de los primeros meses, porque vio que eso le causaba complicaciones políticas”, evaluó Castello Branco.

“Las dimisiones en esas circunstancias contribuyen a una tensión en la coalición. Pero no suficiente para una ruptura, no ahora. Tal vez en el futuro, dependiendo de la popularidad de la presidenta y sus posibilidades de reelección en las presidenciales de 2014″, dijo a la AFP Carlos Lopes, de la consultora Analise.

El cambio de ministro se considera parte de una reforma ministerial anunciada por Rousseff, cumplido su primer año de mandato en enero, y que puede traer algunos otros cambios en las próximas semanas.

Brasil tiene 25 ministerios y una docena de secretarías especiales y cargos con rango ministerial. Rousseff heredó buena parte de su gabinete de su padrino político y antecesor Lula.

Pero con las sustituciones del último año, su gobierno presenta un perfil “mucho más técnico y volcado a la gestión” y menos político, destacó Lopes.