La familia de Amy Winehouse anunció el miércoles que se estaban asesorando sobre los posibles efectos de la reciente dimisión de la responsable de la investigación judicial sobre la muerte de la cantante británica el pasado mes de julio a los 27 años de edad

Suzanne Greenaway, quien estableció en octubre que la ‘diva trash del soul’ murió de manera accidental a raíz de la ingesta de una gran cantidad de alcohol después de un periodo de abstinencia, renunció en noviembre alegando que no estaba calificada para ejercer en el Reino Unido.

Greenaway, que previamente trabajó como abogada en Australia, carecía de los cinco años de experiencia necesarios para optar al puesto, al cual fue además nombrada por su marido, que ostenta el mismo cargo en otra zona de Londres.

Mientras la justicia lleva a cabo una investigación interna, la familia de Winehouse anunció en un comunicado que estaba “asesorándose sobre las implicaciones (de esta dimisión) antes de decidir si son necesarias más discusiones con las autoridades”.

Si decidiera recurrir el veredicto ante el Tribunal Superior de Londres, la investigación judicial sería declarada inválida.

La intérprete de “Rehab”, que tenía un largo historial de problemas con las drogas y el alcohol, fue hallada muerta el pasado 23 de julio en su domicilio del turístico barrio de Camden, donde la policía encontró tres botellas de vodka.

La autopsia, realizada dos días después, no pudo establecer formalmente las causas del deceso. Exámenes toxicológicos complementarios realizados en agosto revelaron la presencia de alcohol, pero no de drogas.

El 26 de octubre, al certificar la “muerte accidental”, Greenaway declaró que Winehouse “había consumido bastante alcohol, 416 miligramos por decilitro de sangre (más de cinco veces la tasa permitida para conducir), y la consecuencia no deliberada de este nivel potencialmente fatal fue su repentina e inesperada muerte”.