Nole Djokovic puso primera y no lo alcanzó ni Rafael Nadal, el hombre que todo lo corre en un court. El serbio le estampó la 7ma victoria consecutiva al español y la épica batalla de la final del Abierto de Australia quedó a manos no solo de alguien que pone tanta garra, tanto corazón y tanto despliegue como el actual número 2 del mundo.

Pero a todo ello le agrega algo que Nadal evidentemente no posee: mejores golpes, mayor peso ofensivo, la búsqueda del punto ganado permanentemente pero, como diría un “porteño”de Buenos Aires, sin “comer vidrio…”

Australia y su cita en Melbourne han marcado la segunda victoria consecutiva de Djokovic y la tercera en el global que obtiene en el quinto continente. No es un dato menor porque además entrega un plus: cuando un tenista de élite hace un buen Abierto en ese país, la estadística marca que tendrá un año excelente. Un ejemplo que toca de cerca al tenis chileno: Marcelo Ríos jugó la final de 1998 y dos meses después, se clasificó número 1 del mundo al ganarle la final de Key Biscayne a André Agassi.

Novak Djokovic es inteligente, pero también pícaro…Cuando necesitó frenar el ritmo que le quería colocar al partido su tenaz rival, no vaciló en demorar, extender más segundos en cada descanso. Nadal quería hacer el partido más largo porque Nole llegaba al match decisivo con más de 4 horas de juego en la semifinal ante el escocés Andy Murray 48 horas antes…

Pero a la hora de los tiros ganadores, falló. Nole no. Aquel revés a dos manos cruzado cuando estaba a punto de quedar 5-4 abajo en el quinto set, con punto de quiebre, y que pegó en el ángulo izquierdo de la cancha fue una obra maestra de tenis ganador, de riesgo asumido, de intención de victoria y no de especulación, cuando las piernas no querían más y la cabeza parecía una caldera…

Enorme Djokovic, un campeón con todas las de la ley, que repitió el título del 2011, que defendió con esfuerzo y tenis los 2000 puntos y que va convirtiéndose, de a poco, en una leyenda.

Nadal tendrá que conformarse y esperar a abril-mayo y la primera semana de junio, cuando comienzan los certámenes que más le gustan. La arcilla europea, en todo caso, sabe que el balcánico también se hace fuerte allí. El año pasado le ganó a Nadal en Madrid y Roma y este año querrá disputarle la final de Roland Garrós. Como el fútbol español, el circuito de la ATP parece que es un campeonato aparte entre dos…