El presidente Evo Morales no pudo concretar este lunes un diálogo con los principales partidos de la oposición para debatir sobre una agenda nacional para Bolivia, aunque el gobernante sí lo hizo con una docena de fuerzas minoritarias de reducida influencia.

Morales había convocado a todos los partidos opositores para debatir, por primera vez desde que llegó al poder en enero de 2006, una agenda nacional que previamente había sido consensuada en una reunión de sindicatos afines a su gestión, y que planteaba varios temas en lo político, social y económico.

Sin embargo, los opositores Movimiento Sin Miedo (MSM, centro), Unidad Nacional (UN, centroderecha) y Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR, derecha), abandonaron uno a uno la cita, pues rechazaron una orden de Morales para que la prensa fuera desalojada de los ambientes del diálogo, en oficinas de la Vicepresidencia, en el centro de La Paz.

“Este encuentro de partidos era para recoger propuestas sobre la nueva Bolivia que estamos construyendo”, afirmó Morales durante una conferencia de prensa, tras la conclusión de la cita.

“Tendrán razones algunos partidos de no participar y abandonar, es un derecho, no es obligatorio”, afirmó el mandatario, quien anunció que estas citas serán regulares en el futuro y descartó volver a convocar a quienes abandonaron la reunión.

La ruptura entre el gobierno populista e indígena de Morales y la oposición de derecha no fue una sorpresa por las abismales diferencias ideológicas entre ambos sectores. En el pasado el poder Ejecutivo incluso acusó a la derecha de haber propiciado a fines de 2008 un intento de golpe, aunque los acusados negaron varias veces la versión.

El MSM y la UN son los principales partidos de la oposición, mientras que el MNR, que predominó el último medio siglo, quedó virtualmente desbaratado después de que una rebelión popular provocara la dimisión del presidente liberal Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003.

Otros frentes minoritarios y regionales, que despectivamente son llamados en Bolivia como “taxi-partidos” (porque, según sus críticos, todos sus militantes caben en un taxi), permanecieron en la cita en las oficinas de la Vicepresidencia de la República.

Morales logró con ellos principios de acuerdo, los que serán compatibilizados en el futuro para ser parte de una política económica y social para el futuro.

Los tres frentes opositores, en cambio, coincidieron en que el debate debió ser de cara al país y que para ello ameritaba la presencia de los medios masivos de difusión.

“Ustedes (los periodistas) han sido testigos de la terquedad reiterada del primer mandatario, de la sordera. No permite la presencia de los medios de comunicación y por lo tanto el Movimiento Sin Miedo se retira” de la cita, afirmó Juan del Granado, ex alcalde de La Paz.

Del Granado, aliado hasta 2009 de Morales, dijo que tenían previstos varios temas para discutir con el gobierno, como “la vigencia irrestricta de los derechos humanos y de las garantías constitucionales, frente al autoritarismo, frente a la represión policial y el silenciamiento de los medios de comunicación”.

Jaime Navarro, diputado de la UN, dijo a la salida de la cita, que “lamentablemente no hay transparencia, no se ha permitido la presencia de los medios y no encontramos la apertura suficiente para avanzar en una agenda conjunta”.

A su vez, Johnny Torres, jefe del MNR, opinó que su salida de la reunión fue porque no se pudo “discutir de cara al país”.

Desde que llegó al poder en enero de 2006, Morales se apoyó casi exclusivamente en sindicatos campesinos afines, de fuerte influencia en el país.

Las relaciones con opositores fueron también en este período tensas y conflictivas. El gobierno incluso los acusó de haber apoyado en 2008 un supuesto golpe, mientras que los adversarios se quejan de sufrir una persecución que, según ellos, motivó la huida de la cúpula política.