El derechista Otto Pérez se convertirá el sábado en el primer presidente de Guatemala proveniente de filas militares en 26 años de democracia, con el reto de enfrentar la miseria y la violencia del crimen organizado que asfixian a este país centroamericano.

El general retirado, de 61 años, tomará posesión en un acto que comenzará a las 14H30 locales (20H30 GMT) en un polideportivo ubicado en el sur de la capital, con la presencia de unos diez jefes de Estado y de Gobierno.

A la ceremonia confirmaron su asistencia los gobernantes de México, Perú, Haití, Surinam, Georgia y de los países centroamericanos El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Belice, así como el heredero de la corona española, Felipe de Borbón.

Pérez sustituirá al socialdemócrata Álvaro Colom para gobernar por un periodo de cuatro años, con un Congreso dividido en 13 fuerzas políticas y cuyos 158 diputados serán juramentados el sábado antes del traspaso de la banda presidencial.

Cerca de 2.000 policías, apoyados por militares, se desplegaban por sitios estratégicos de la capital al empezar este jueves la llegada de delegados de unos 85 países, según fuentes de la cancillería.

Fundador del derechista Partido Patriota, Pérez, un experto en lucha contrainsurgente, es el primer mandatario guatemalteco proveniente de filas militares desde que en 1986 el general golpista Óscar Mejía, acusado de genocidio ante la justicia, le entregó el poder a Vinicio Cerezo tras décadas de dictaduras castrenses.

Con la promesa de “mano dura” contra el crimen, ganó las elecciones en segunda vuelta en noviembre pasado, en un país con una tasa de 38 homicidios por cada 100.000 habitantes al año, y un promedio de 16 muertes diarias, que lo colocan como uno de los más inseguros del mundo.

En la espiral de violencia, los cárteles de la droga, en especial el mexicano Los Zetas, se extendieron en los últimos años por vastas áreas del territorio y son responsables del 40% de las muertes, según estimaciones oficiales.

La violencia enluta a unos 6.000 hogares guatemaltecos cada año, cifra que supera las 5.500 muertes que se registraban durante la guerra que sufrió este país entre 1960 y 1996, y que dejó unos 200.000 muertos y desaparecidos.

“En seis meses los guatemaltecos van a sentir un cambio. Queremos que la población sepa que de verdad existe una preocupación de las autoridades por mejorar la seguridad ciudadana”, afirmó esta semana el futuro presidente, al señalar que su gobierno aspira a bajar a la mitad la tasa de homicidios.

Pérez también recibirá un país con más de la mitad de sus 14,3 millones de habitantes en la pobreza, y una desnutrición crónica que afecta a uno de cada dos niños menores de cinco años, el índice más alto de Latinoamérica y quinto en el mundo, según las Naciones Unidas.

“En desnutrición crónica, en cuatro años queremos disminuirla en 8 o 10″ puntos, manifestó Pérez, quien tendrá como vicepresidenta a la ex periodista Roxana Baldetti, la primera mujer en ese cargo en el historia del país.

En la conmemoración del 15 aniversario de los pactos que pusieron fin al conflicto, Pérez, quien participó en la guerra civil y firmó en nombre del Ejército los acuerdos de paz, afirmó que relanzará los compromisos debido al rezago que tienen, sobre todo en cuanto a la deuda social y la lucha contra la impunidad.

Uno de los principales reclamos que enfrentará por parte de grupos de derechos humanos será el fortalecimiento de la justicia para bajar los alarmantes niveles de impunidad, que según la ONU alcanza a un 98% de los casos que llegan a tribunales.

En el plano económico, se propone impulsar una reforma fiscal -a la que se oponen los empresarios- para mejorar las finanzas públicas, pues según datos oficiales en 2011 la recaudación tributaria representó el 11,2% del Producto Interno Bruto (PIB), una de las más bajas del continente.