En un reciente estudio elaborado por Fundación SOL en base a las últimas cifras de empleo dadas a conocer por el INE, se analiza en detalle la relación entre inserción laboral y educación superior, mostrando diversas aristas del tema.

En términos totales, la población que se encuentra cursando, o ya cuenta con un cartón de educación superior de la Población Económicamente Activa (mayores de 15 años) es de 3,6 millones. Proporcionalmente, no se observan diferencias entre hombres y mujeres, ya que ambos representan un 26% aproximadamente.

Las conclusiones del informe reafirman la idea común que a mayor nivel de estudios se alcanza un mejor nivel de inserción en el mundo del trabajo, en términos de protecciones laborales, puntualizando que la cifra varía sustantivamente si se han terminado los estudios o no. Es el caso de las personas con estudios universitarios, donde la tasa de ocupación cae desde un 80% con estudios finalizados a un 40% con estudios no finalizados, para el caso de quienes estudian en Media Técnica Profesional, la diferencia es de 39 puntos porcentuales, desde el 73% al 35%.

La cara menos conocida de este fenómeno es el “subempleo profesional”, que se define como todas aquellas personas que tienen estudios superiores pero no han podido encontrar trabajo como profesional o técnico y se encuentran ocupados en una categoría distinta. Según las cifras para el trimestre Septiembre-Noviembre del 2011 esto ocurriría en el 29% de los casos.

En palabras del sociólogo de la Fundación, Alexander Páez, “tenemos una población que se encuentra incrementando sus niveles de calificación, pero nuestra matriz productiva no da el ancho para entregar trabajos acordes con esa realidad. Podríamos decir que se está desaprovechando un gran potencial y este fenómeno podría ser aumentando.”

La situación más grave se vive en los sectores Hogares Privados, con un 88%, seguido por Comercio (61%), Hoteles y Restaurantes (58%), Pesca (56%), Agricultura y Transporte (50%). En el primer caso se cuentan personas que desarrollan labores de servicio doméstico pero que tienen algún cartón de educación superior.

“Otra variable que podría estar incidiendo en el fenómeno y que ameritaría un estudio mucho más detallado, es que las instituciones de educación superior, totalmente desreguladas en cuanto al servicio que entregan, muchas veces ofrecen carreras que no se conectan con el mundo del trabajo. Este debería ser un tema país, donde se reflexione efectivamente sobre el perfil de nuestra economía, el lugar que les cabe a las universidades e instituciones de educación técnica y también sobre el sistema de acreditación de estas entidades” señala Páez.