Un proyecto, cofinanciado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y ejecutado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), logró introducir especies forrajeras de alta producción y calidad que permitirán potenciar la industria ganadera de la región de Aysén.

Con importantes logros económicos y productivos cerró un proyecto que buscó potenciar la industria ganadera —ovina y bovina—, a través del aumento de la disponibilidad de forraje, en base a cultivos no convencionales.

Se trata de especies y cultivares de brássicas forrajeras (nabos de raíz, nabos de hojas, rutabagas, coles forrajeras y raps forrajeros), las que fueron introducidas y evaluadas en Aysén. En total, fueron cinco especies diferentes, con 12 genotipos introducidos y evaluados la primera temporada; 27 genotipos la segunda temporada y 36 genotipos en la tercera y cuarta temporada.

Cada uno tiene distintos potenciales de producción y también distintos objetivos productivos, lo que permitirá apoyar a los sistemas ganaderos de Aysén a través de distintas vías, especialmente enfrentar la disponibilidad de forraje de calidad en otoño e invierno, época en que no crecen las praderas y se depende del forraje conservado.

Estos genotipos fueron establecidos y evaluados en parcelas experimentales (INIA Tamel Aike y Puerto Aysén) y en los jardines de especies y cultivares establecidos en módulos demostrativos en diferentes zonas de la región.

“Se ha podido definir —a través de esta iniciativa— que las especies de brássicas forrajeras son especies altamente rústicas, lo que representa una gran ventaja para una zona o región tan complicada y extrema como la de Aysén”, destacó el ejecutivo de innovación de FIA y supervisor del proyecto, Fernando Arancibia.

Logros económicos

Otro resultado relevante fue haber logrado acreditar o asegurar, que en la Región de Aysén será posible producir novillos y corderos gordos durante un período más prolongado del año, al complementar el actual sistema de engorda en base a praderas de primavera-verano, con la engorda en base a brássicas forrajeras, durante otoño e invierno.

En la cuarta temporada de desarrollo del proyecto, las ganancias de peso invernales en terneros y novillos fueron de 600 g/día y 800-1.000 g/día, respectivamente. En ovinos, se llegó a los 200 g/día con pastoreo rotativo en un cultivo de raps, superándose ampliamente las metas iniciales.

“Esto es fundamental para mantener en el futuro un flujo constante de ganado gordo, para asegurar la operación de la futura planta faenadora y frigorífico de carne que se construirá en Aysén en el mediano plazo”, indicó el director regional de INIA Tamel Aike y coordinador principal del proyecto, Christian Hepp.

En lo que se refiere a la comercialización agropecuaria, el trabajo realizado por FIA e INIA permitió potenciar la agricultura regional, ya que se estimulan también actividades ligadas, como es el área de insumos agropecuarios, maquinaria agrícola y otros. Junto a lo anterior, se potencia el uso de mano de obra y el transporte intra y extraregional, por mencionar los más relevantes.

El 2006, previo al inicio del proyecto, en la zona no se cultivaban brássicas en forma comercial, mientras que hoy se cuenta con unas 500 hectáreas y con clara tendencia a seguir aumentando en el tiempo.