Cinco balseros cubanos murieron en el mar durante un intento de salida ilegal de la isla, mientras que otros 18 fueron rescatados por militares y trabajadores petroleros cuando su rústica embarcación recaló en la costa cubana, informó este viernes el Ministerio del Interior.

Del grupo de “más de 20 personas” que se lanzó al mar a finales de noviembre, “cuatro fallecieron” cuando la embarcación en que viajaban “se volcó debido a la fuerza de las olas”, y un quinto “en el intento de alcanzar la orilla”, dijo el Ministerio en una nota publicada en el diario oficial Granma.

Los 18 sobrevivientes, “14 hombres y 4 mujeres, que recalaron” la mañana del jueves en la costa de la provincia occidental de Mayabeque, vecina a la capital, fueron rescatados y enviados “rápidamente” a hospitales de La Habana y de la vecina provincia de Matanzas”, añadió el texto oficial.

“Grupos combinados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias” y el Ministerio realizan una intensa búsqueda aérea en el mar y por el litoral costero norte, de posibles sobrevivientes y de los cuerpos de los fallecidos en este lamentable suceso”, precisó el comunicado.

Se “investigan las circunstancias en que se produjeron”, añadió.

Tras un éxodo masivo de 1994, conocido como la “Crisis de los Balseros”, Cuba y Estados Unidos firmaron acuerdos migratorios en los que Washington se comprometió a entregar 20.000 visas anuales a cubanos y repatriar a los ilegales interceptados en el mar.

La Habana, por su parte, asumió la responsabilidad de reinsertar socialmente a los repatriados y evitar, por medios persuasivos, las salidas ilegales.

De la combinación de esos acuerdos con la Ley de Ajuste Cubano norteamericana (1966), que privilegia a los migrantes ilegales de la isla, que obtienen residencia automática en Estados Unidos, nació la política de “pies secos, pies mojados”, mediante la cual Washington acepta a los que tocan tierra estadounidense y devuelve a los interceptados en el mar.

Los acuerdos de 1994 lograron frenar el éxodo, pero no eliminarlo completamente, y aún hay cubanos que se arriesgan a cruzar en balsas los 140 kilómetros que separan las costas de ambos países, en una peligrosa travesía por el Estrecho de Florida, que tiene condiciones climáticas muy cambiantes y está plagado de tiburones.