En una carrera contra el reloj antes de la cumbre europea del jueves y viernes en Bruselas, el gobierno de Mario Monti presentará este lunes su plan de acción para evitar que Italia se vea arrastrada por la crisis, y que se enfrente al descontento social contra la reforma prevista de las jubilaciones.

Presentado como el salvador de la península a su llegada al poder hace tres semanas con un equipo de tecnócratas para suceder a Silvio Berlusconi, el ex comisario europeo se somete al examen de de los hechos con un lema: “austeridad, crecimiento y equidad”.

El consejo de ministros se reunirá el lunes por la mañana y por la tarde, Monti presentará sus medidas en el Parlamento.

Como prometió en Bruselas, que vigila a la península con el FMI, el jefe del gobierno va a imponer a los italianos apretarse más el cinturón para lograr equilibrar el presupuesto en 2013.

Y es que las medidas de austeridad draconianas adoptadas estos últimos meses no bastarán para lograr dicho objetivo, en particular en un momento en que Italia se acerca a la recesión.

Aumento de impuestos a los bienes raíces, impuestos para los más ricos, nueva subida del IVA, numerosas medidas siguen en estudio para encontrar, según la prensa, los cerca de 20.000 millones de euros necesarios.

La urgencia es si cabe mayor dado que la desconfianza de los mercados ha llevado la prima de riesgo de Italia -la diferencia que tiene pagar por sus bonos a 10 años con respecto a Alemania- a niveles superiores al 7%, lo que los convierte insostenibles para un país con una colosal deuda de 1,9 billones (120% del PIB).

No obstante, Monti desmintió categóricamente esta semana los rumores sobre una eventual solicitud de ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI).

La ‘papa caliente’ para el gobierno italiano es la reforma de las pensiones, que ha decidido acelerar prometiendo la adopción el lunes de una reforma “incisiva”.

Según las primeras indicaciones, esta reforma contemplaría un aumento del número de años cotizados, fijado actualmente en 40, un cálculo de las pensiones basado en el conjunto de la carrera y no en los últimos salarios recibidos, así como la aceleración de la entrada en vigor del retraso de la edad de jubilación para las mujeres.

Ello no hace más que exacerbar el descontento de los sindicatos.

“El gobierno debe saber que 40 es una cifra mágica, intocable”, protestó Susanna Camusso, secretaria general de CGIL (izquierda), el primer sindicato italiano.

Para calmar los ánimos, Mario Monti convocó a los representantes de los sindicatos el domingo por la mañana para “ilustrar” las medidas. “Queremos una negociación y no una simple consulta”, dijo Raffaele Bonanni, número uno del sindicato católico CISL.

Enarbolando la zanahoria y el bastón, el gobierno también aludió a la adopción futura de un salario mínimo obligatorio para luchar contra la pobreza.

El plan de acción del gobierno se centrará también en el fomento del crecimiento, con la reducción de la fiscalidad al trabajo y un crédito de impuestos para la investigación o los trabajos de eficacia energética, única manera para la península, de reducir duraderamente su deuda y restaurar la confianza.

La reforma del mercado de trabajo debería producirse en un segunda etapa.

“Hay que hacer todo para recuperar rápidamente la señal positiva” del crecimiento, insistió el ministro de Desarrollo Económico Corrado Passera, antes de asegurar que Italia podía “sorprender al resto del mundo”.

Además de los agentes sociales, Monti debe reunirse también el sábado con los principales líderes políticos para garantizar la adopción de su plan en el Parlamento.

La mayoría de las medidas deberían ser objeto de un decreto que podría ser promulgado inmediatamente antes de que el Parlamento lo convierta en ley antes de Navidad.

Monti querría llegar el jueves a la cumbre de Bruselas con medidas concretas para presentar a sus socios que tiemblan ante el riesgo del hundimiento de Italia, tercera mayor economía de la zona euro.