El Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) empieza esta semana a examinar el caso de Alberto Contador, en el que está en juego su título del Tour de Francia-2010, para decidir si la pequeña cantidad de clembuterol en su orina fue intento de dopaje o contaminación alimenticia.

Muy lejos del glamur de los Campos Elíseos, donde el ciclista ganó por tercera vez la ronda francesa, será en una sala cerrada en Lausana donde el TAS recibirá en audiencia esta semana, entre el lunes y el jueves, a los protagonistas del caso, aunque no tomará una decisión hasta 2012.

El Tribunal ya advirtió que sus tres jueces no darían su veredicto hasta dentro de “varias semanas”, lo que aplaza al año que viene el epílogo de un caso a medio camino entre el dopaje y la salud pública.

Si Contador fuera un corredor cualquiera el caso quizás sería más fácil para el tribunal suizo. Pero el control positivo del ciclista español es sorprendente y difícil de interpretar.

En primer lugar porque la cantidad detectada en el control del 21 de julio de 2010, en el día de descanso del pelotón del Tour de Francia en Pau, era ínfima (50 picogramos).

Y en segundo lugar porque los restos de esta sustancia anabolizante no aparecen en los controles realizados a Contador antes y después del 21 de julio.

Según sus abogados, la explicación es fácil: Contador fue contaminado al comer un bistec de carne vacuna comprado en una carnicería de Irún, localidad española fronteriza con Francia, el día antes del control.

La defensa de Contador quiere demostrar que el animal había consumido clembuterol, una sustancia que sirve para engordar al ganado. Aunque su uso está prohibido por la Unión Europea, los controles podrían haber fallado, según los abogados del ciclista.

En febrero, la federación española de ciclismo, que según la normativa tenía que ser la primera instancia en examinar el caso, consideró buena esta hipótesis y decidió absolver a Contador.

En España, donde el ciclista es un ídolo nacional y cuenta con el apoyo de muchas personalidades, incluyendo al presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, los representantes del sector cárnico fueron los únicos a quién no les gustó el veredicto.

Pero tampoco le gustó a la Unión Ciclista Internacional (UCI) ni a la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que decidieron apelar ante el Tribunal Arbitral del Deporte.

El TAS tenía previsto pronunciarse antes del Tour-2011, en el que Contador fue abucheado por una parte del público.

Pero la audiencia prevista en junio fue aplazada hasta agosto a petición del corredor y luego de nuevo hasta otoño, este vez a petición de la AMA, a quien los abogados de Contador enviaron 3.000 páginas de documentos cuando faltaban pocos días para examinar en caso.

Por el momento, la AMA y la UCI no han desvelado si tienen pruebas que puedan demostrar el dopaje de Contador.

Algunos medios de comunicación aseguran que en el mismo test de orina se encontraron residuos plásticos, lo que tendería a probar una posible transfusión de sangre.

Pero la federación española insiste en que no hay ningún indicio para corroborar esa tesis.

Por su parte Contador asegura que no se ha dopado y para demostrar su buena fe decidió someterse a un detector de mentiras, igual que había hecho en su tiempo la ex reina del atletismo Marion Jones, que terminó en prisión por perjurio.